Badiraguato, Sin.- La primera impresión que se llevó uno de los jefes del nutrido grupo y bien equipado de investigadores de feminicidios es que la camioneta no presentó impactos de bala como en cualquier otra emboscada; la segunda, que la mayoría de las víctimas tenía el rostro cubierto con prendas de vestir y la tercera, que los casquillos quedaron dispersos al otro lado de la camioneta donde viajaban las mujeres.
Todos estos detalles que pueden pasar desapercibidos por los policías municipales, familia y curiosos, son el punto clave para iniciar una investigación y dar con los asesinos para esclarecer el homicidio de tres mujeres asesinadas este lunes al rayar el sol en la sierra de Badiraguato.
Minerva, de entre 45 y 50 años de edad, y Eira de 30, ambas con domicilio conocido en el poblado de Tameapa, acompañadas por otra mujer también de nombre Minerva con residencia en el poblado Los Pachecos, ubicado en las cercanías de Tameapa, habían salido casi de madrugada de Tameapa con dirección a la ciudad de Culiacán.
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La intención de salir a carretera antes del amanecer a bordo de una camioneta Ford F150 de color gris con negro y placas del estado de Sinaloa era para ganarle tiempo al tiempo y hacer todas las vueltas necesarias que se ocupan para surtir una tienda de abarrotes propiedad de una de ellas y ubicado en aquel poblado.
La familia de las ahora fallecidas tomó de forma normal la salida matutina de las tres mujeres que seguido viajaban a la capital para realizar dichas actividades, por lo que no le tomaron importancia y continuaron con sus actividades normales en el rancho.
Pasadas las 8:00 de la mañana, personas que pasaban por la carretera Parral-Badiraguato observaron los cuerpos ensangrentados a un costado del acotamiento y junto a la camioneta que estaba con el motor encendido.
Debido a que en la zona no hay señal de telefonía celular ni de radios, los testigos del hallazgo tuvieron que trasladarse hasta la cabecera municipal y casi media hora después dieron aviso a las autoridades sobre lo sucedido.
Tuvieron que pasar otros 30 minutos para que las unidades de la Policía Municipal llegaran al kilómetro 60 de la carretera anteriormente mencionada y a unos 500 metros al oriente del poblado Los Naranjos confirmaron la denuncia al encontrar los cadáveres de las tres mujeres a la orilla del carril de oriente a poniente y a unos metros de un acantilado del arroyo de La Lapara.
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En el lugar se quedó una patrulla de municipales junto con varios agentes custodiando la escena del crimen, mientras que otro grupo de uniformados se trasladó a la cabecera municipal para confirmar a sus superiores tal hallazgo y solicitar la presencia de los elementos de servicios periciales y el grupo de investigadores especializados en feminicidios.
Casi dos horas después del hallazgo, los preventivos mantenían absoluto silencio en torno a la macabra escena, donde una de las blancas manos de una de las víctimas se asomaba por abajo de la manta de color azul que cubría su rostro y cuerpo para mostrar unas bien cuidadas uñas de color rojo escarlata.
A pesar de que algunos conocidos de Tameapa identificaron de manera visual a las víctimas, los agentes se reservaban el dato en espera de las autoridades competentes, mientras ordenaban a los empleados de casas funerarias, familia y periodistas no acercarse mucho a la escena del crimen a causa de los casquillos que había regados en toda la cinta asfáltica de la zona.
Las horas avanzaban y luego de casi 3 horas de haber sido localizadas las tres víctimas por los civiles, un grupo de investigadores arribaron al lugar del triple feminicidio a bordo de imponentes unidades de las que descendieron de manera coordinada para desplegarse en distintos puntos similar al grupo SWAT y coordinar los trabajos de investigación.
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Al tomar las primeras notas de lo sucedido, uno de los altos mandos se frota la barbilla mientras escudriña toda el área del crimen. Baja su mirada y empieza a escanear cada casquillo tirado en el pavimento. Luego fija su vista en la camioneta donde a un costado yacen las tres víctimas.
En voz baja, pero queriendo ser escuchado por sus compañeros que toman nota mientras sostienen con uno de sus hombros un impecable rifle R15 con cargador de disco, dice: “A ellas las mató alguien que ellas conocían”.
“Probablemente las venían siguiendo desde que salieron de Tameapa. Las tenían ubicadas. Al llegar aquí dispararon al aire para asustarlas o para obligarlas a que se detuvieran. Luego las bajaron y como los conocían, les taparon los rostros para que no los reconocieran. Luego se las llevaron para el otro lado de la camioneta donde las mataron y ni se preocuparon por descubrirles la cabeza”.
Es así como en cuestión de minutos, la experiencia y olfato policiaco, armaron el bosquejo de un triple crimen que indignó a toda la zona donde ocurrió y donde seguramente, las familias seguirán escuchando el eco de las ráfagas de los fusiles que esta fría mañana cegaron la vida de tres mujeres y que enlutaron varios hogares de los altos de Badiraguato.