Sinaloa.- Catalogado en el rango de medio alto, así quedó el sexto sismo del mes de diciembre que queda además como el número 104 reportado en lo que va del año 2023, de acuerdo al catálogo del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
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El organismo indicó que el evento tuvo una magnitud de 4.3 y su epicentro se marcó a 94 kilómetros al suroeste de Ahome, Sinaloa a las 20:35 horas, a ocho minutos de que el solsticio de invierno se registrara.
La estación más fría del año no tuvo solo una tormenta invernal y un nuevo frente activo en proceso de desplazamiento, también un temblor del que la población no habló mucho. El movimiento se dio en el mar y nuevamente cerca de Ahome que ya se consolida como la zona con más actividad en lo que va del año.
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En lo que va del año la entidad reporta un total de 104 temblores, el más intenso de 5.2 el 10 de mayo, que también se reportaron una serie de movimientos que entraron en la categoría de “enjambre sísmico”.
Además, de acuerdo a los registros que el SSN presenta en su página oficial, con el ocurrido el jueves, la región está a 18 de igualar al 2022, año que terminó con un total de 122 sismos catalogados.
Recuerda que el que se reporten sismos frecuentes no es una mala señal. La tierra está liberando energía y eso evita que un movimiento de magnitudes intensas lleguen de súbito y ocasione daños.
La capa más superficial de la Tierra, denominada litósfera es rígida y está compuesta por material que puede fracturarse al ejercer una fuerza sobre él y forma un rompecabezas llamado Placas Tectónicas. Estas placas viajan como “bloques de corcho en agua” sobre la Astenosfera, la cual es una capa visco-elástica donde el material fluye al ejercer una fuerza sobre él.
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Estos desplazamientos aleatorios de las placas son debidos a movimientos convectivos en la capa intermedia de la Tierra o manto, esto es, material caliente del interior de la Tierra sube a la superficie liberando calor interno, mientras que el material frío baja al interior.
Este fenómeno provoca el movimiento de las placas y es justo en los límites entre placas, donde hacen contacto unas con otras, se generan fuerzas de fricción que mantienen atoradas dos placas adyacentes, produciendo grandes esfuerzos en los materiales.
Cuando dichos esfuerzos sobrepasan la resistencia de la roca, o cuando se vence la fuerza de fricción, se produce la ruptura violenta y la liberación repentina de la energía acumulada, generándose así un temblor que radia dicha energía en forma de ondas que se propagan en todas direcciones a través del medio sólido de la Tierra.
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