San Miguel Zapotitlán, Sinaloa. – Este 11 de abril de 2025, las calles de San Miguel volvieron a llenarse de tamborazos, danzas, colores y rostros cubiertos por máscaras, en lo que fue el último conti ceremonial del año.
Una jornada cargada de simbolismo, emociones y profundo sentido comunitario que marca el cierre de esta etapa ritual previa a la Semana Santa.
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Desde el pasado 7 de marzo cuando se realizó el primer conti ceremonial del ciclo, la comunidad ha mantenido viva esta tradición durante más de un mes, reuniéndose cada semana para celebrar, agradecer y fortalecer sus lazos espirituales.
Aproximadamente a partir de las cuatro de la tarde, los judíos comienzan a llegar para realizar sus recorridos y convivir con las familias que se dan cita, generando un ambiente de hermandad que se extiende hasta el anochecer.
Los contis, una tradición ancestral del pueblo yoreme, han sido durante semanas un punto de encuentro donde las familias se han reunido para celebrar, aprender y reencontrarse con sus raíces.
“Agradecer, estoy orgulloso de las tradiciones, estar aquí representando”, comentó un joven participante.
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Durante este último recorrido, quienes participaron compartieron la emoción y la nostalgia que implica despedirse de la tradición, por ahora.
Para muchos, cruzar por última vez las puertas del templo tiene un significado especial, es una despedida simbólica que conlleva fe, agradecimiento y un deseo profundo de volver a recorrer ese camino el próximo año.
“Es una bendición muy bonita, lástima que es el último viernes, ojalá entre medio del año hubiera otra etapa igual pero no se puede, esperemos el otro año”, expresó un judío practicante del conti ceremonial.
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La atmósfera familiar fue evidente: adultos, jóvenes y niños marcharon juntos, muchos de ellos formados desde pequeños en el respeto y la admiración por esta costumbre, aunque cada quien vive el conti a su manera, como manda, como promesa, como tradición o incluso como un acto de convivencia, todos coinciden en que se trata de algo único, que los conecta con lo que son.
“Cada quien, hay muchos que salen por diversión, otros por enfermedades, se entrega lo que uno pide, otros puro corazón y eso es lo que me gusta, es muy bonito”, expresó un judío practicante del conti.
Algunos de los participantes explicaron también ciertos símbolos presentes en la ceremonia: al salir del templo, es común ver cómo tocan el suelo con cuchillos u otras herramientas artesanales, un gesto que representa la búsqueda del camino de Dios.
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Con sentimientos encontrados, los asistentes vivieron este último conti como un cierre importante, lo celebraron, lo compartieron y lo sintieron, sabiendo que cada paso en la danza es también un paso hacia la continuidad de una tradición que sigue viva gracias al amor de su gente.
Ahora, con la mirada puesta en la Semana Santa la comunidad se prepara para nuevas manifestaciones de fe, con la esperanza de reencontrarse con sus contis el próximo año.