Sinaloa.- En el marco de la natividad de Jesús y el fin del año 2024, la Iglesia Católica exhorta a las familias a reflexionar sobre la responsabilidad que, como sociedad, se tiene de manera indirecta en los acontecimientos de violencia en los que se ha sumido el centro y sur de Sinaloa, al considerar que la pérdida de valores y al amor al prójimo son el resultado del alejamiento del camino de Dios.
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Monseñor Luis Manuel López Salazar expuso que Dios es luz y quien cree en él y sigue su camino jamás caerá en las tinieblas. Lamentó que en los últimos años se ha endurecido el corazón de las personas, disminuido la capacidad de sentir empatía, reducido el valor a la vida y desvirtuado la visión sobre el bien y el mal.
El religioso anima a las familias que todavía tienen como tradición reunirse para festejar las fiestas decembrinas a dejar un momento para evaluar en conjunto cómo están sus relaciones entre padres e hijos, la unidad y comunicación, pero, sobre todo, su amistad con Dios.
“Se hace necesaria una muy seria reflexión sobre los últimos acontecimientos que han marcado la pauta de nuestra convivencia social, un mundo en el que el ser humano ha perdido el corazón, un mundo en el que el ser humano se ha cerrado a la luz de la verdad que es el amor, un mundo que se ha cerrado a la fe, y las consecuencias que estamos viviendo es la falta de valor a la vida, la falta de valor a la familia, de falta de valor al prójimo”.
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“¡Cómo es posible que aún en estas situaciones adversas favorezcamos más la maldad que el bien, la injusticia que la justicia, la vida que la muerte! Hemos alrevesado los valores que nos dignifican, los valores que hacen que apreciemos más lo que tenemos, como es la familia. Hay una frase de San Pablo que dice: no te dejes vencer por el mal, ante el bien, vence el mal a fuerza del bien”.
“Somos gente de fe, no rehusamos a mirar el cielo para enfrentar los asuntos que nos surgen aquí en la tierra, invoquemos día a día, sin desfallecer al Dios bendito para encontrarle sentido al sinsentido de la vida que nos ha ofuscado, tanta maldad que atormenta el mundo entero”.
“¡Cuánto hace falta que seamos custodios de nuestros propios hermanos! ¡Cómo hace falta cuidar la vida y la integridad de cada hermano y de manera especial los indefensos, los desprotegidos, los sin nombres, los sin identidad! Nos hace falta valorar lo que somos: personas e hijos de Dios ¡Urgidos estamos de paz! Pero jamás se alcanzará la paz si primero no invocamos al dador de la paz, que es Dios, él es nuestra paz”.
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“Buscar la paz es nuestra tarea, ¿y cómo podemos alcanzar la paz?, primero, pedirla porque viene del cielo, Dios es el príncipe de la paz y, segundo, desear la paz para nuestros hermanos, vivir en paz, saludar en paz, convivir y trabajar sanamente fomentando relaciones de paz entre nosotros, de este modo podremos cooperar para que no anide en nuestro corazón el espiral, el ícono de la maldad”.
“Es fundamental invocar la paz y al mismo tiempo decir no a la venganza, decir no al odio, decir no al resentimiento, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las culpas sin exigirlas y, en fin, perdonar, de modo que los errores y las ofensas pueden ser en verdad reconocidos para avanzar juntos a la reconciliación y vivir juntos en santa paz”.
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“Por eso no me cansaré de pedirle al señor y a su divina misericordia que el abrazo de paz que Dios en Cristo ofrece al mundo y a cada uno de nosotros, a cada hombre, a cada mujer, a cada joven, a cada niño, tenga acogida en nuestros corazones y nos impulse a hacer en este valle de lágrimas el heraldo de la paz, el sagrado corazón de Jesús reine en nuestros corazones y nos inunde de su paz”, expresó el clérigo en su mensaje a través de Línea Directa.
Reiteró el llamado a buscar refugio en Dios en cualquier momento y, además, aportar a la sociedad acciones de amor hacia el prójimo que permitan restaurar la pérdida de fe a la humanidad, siguiendo siempre el ejemplo de Jesús.
