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HISTORIA DE VIDA

Despertó sin piernas, pero agradecido con la vida: es la misión de Velindo, con una poderosa lección

“Lo bueno es que estoy vivo”, dice, mientras reconstruye su existencia con una nueva filosofía; sigue yendo al antro, pero con su botella de agua y ha encontrado placer en las pequeñas cosas

Velindo, él no solo sobrevivió, sino que renació con una misión más grande | Foto: Martha L. Castro

Guasave, Sinaloa. – Aquel 18 de febrero del 2024 su vida cambió por completo. Aunque no lo recuerda con claridad, ni siquiera sabe si decidió ir por su cuenta a dar la vuelta a Las Glorias, sabe que se encontraba “amanecido”.

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Velindo tiene fragmentos, preguntas sin respuesta, pero un diagnóstico contundente: le amputaron ambas piernas tras quedar prensado en el asiento del copiloto durante un accidente automovilístico. El recuerdo más claro que tiene el joven de 28 años es el despertar en el hospital días después.

“¿Dónde estamos?”, le preguntó a su madre. “Estamos en el hospital, hijo. Tuviste un accidente”. Y entonces, la noticia: no sentía las piernas.
“¿Perdí las piernas?”, inquirió con serenidad. Su madre se quebró. Él, en cambio, respondió con una calma desconcertante: “Ni modo. Existen prótesis. Lo bueno es que estoy aquí”.

Los médicos le advirtieron a su madre que esperara una reacción negativa. Que probablemente culparía a todos, que caería en depresión. “Pero no fue así”, recuerda el joven. “Nunca renegué. Nunca me deprimí. Solo agradecí estar vivo”.

Su estilo de vida ha cambiado desde aquel fatídico accidente del que, aunque recuerda muy poco, le quedó una gran lección, desde entonces dejó de beber alcohol, a sus salidas al antro con sus amigos lleva su botella de agua, “me sigo divirtiendo, pero ahora valoro más”, reconoce mientras su voz se quiebra sin dejar ir la sonrisa.

“Me di cuenta de que en un instante se te puede ir la vida. Cosas tan simples como probar una guanábana o tirarte de una resbaladilla cobran otro sentido”.

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Este no fue su primer encuentro con la muerte. En 2013, sufrió otro accidente que le costó el bazo, tres costillas, la reconstrucción del riñón y casi la vida. En esa ocasión, su persistencia por el dolor abdominal lo salvó: los médicos descubrieron un derrame interno que requería cirugía inmediata.

“Me quedaba un litro de sangre en el cuerpo. Si no me hubieran operado, no estaría aquí”, cuenta.

Foto: Martha L. Castro

Desde entonces, su historia es una de segundas —y hasta séptimas— oportunidades. Hoy, vive con gratitud y sin rencores. Cree en Dios, pero no le atribuye un destino trágico. “Solo sé que estoy vivo, y eso basta. Hay que disfrutar más, valorar los detalles y dejar de aplazar los antojos de la vida”.

“Yo desperté y dije: lo bueno que estoy vivo gracias a Dios. Yo sentí que fue como una segunda oportunidad, ni segunda porque ya me han pasado muchas, ni la séptima creo. Cuando estaba bebé me asfixié y me revivieron con las planchitas, después me estaba ahogando en una alberca, ya iba para abajo, me sacaron desde el fondo”, relata con su particular estilo.

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Velindo es músico y compositor, tiene algunas canciones de desamor ya escritas. Considera que canta, aunque no es muy bueno para ello. Su guitarra ha sido su acompañante durante mucho tiempo, es su inspiración para dar lo mejor de sí. Hasta ahora no se le había ocurrido plasmar su historia en una canción.

“Todo mundo me dice: Velindo, tú tienes una misión en la vida muy grande, pero para saber esa misión, no sé con qué propósito estoy aquí, todavía yo tampoco no lo sé, pero debe ser muy importante porque por algo me dejaron aquí. A lo mejor yo tengo un corazón muy grande, pero no estoy seguro si es eso. Antes nos tomábamos una promo y sacábamos el fuua, ahora ya no tomo, pero igual me gusta escuchar a mis amigos. Me dicen: Eres un ejemplo de vida tú wey”, concluye diciendo, aunque con cierta incertidumbre.

Velindo ya tiene “nuevas piernas”, son provisionales y desde diciembre aprendió a caminar por voluntad propia, estaba desesperado por hacerlo. Su meta es tener sus prótesis completas definitivas, para eso se está preparando, hay una esperanza de que en el mes de mayo se las coloquen y hacia allá tiene puesta la mirada.

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Él no solo sobrevivió, sino que renació con una misión más grande: inspirar a otros a no rendirse. Su historia no termina con la tragedia, sino que comienza con un testimonio de fe, gratitud y fortaleza. Hoy, su voz —más firme que nunca— recuerda al mundo que mientras haya vida, siempre habrá esperanza.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Martha L. Castro

Martha L. Castro

Reportero

Martha L. Castro

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