Culiacán, Sin.- Llegó el 16 de diciembre, un aniversario luctuoso más para el defensor de derechos humanos Jesús Michel Jacobo, y como cada año la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos acudió al lugar en donde lo asesinaron en Culiacán. Ahora la expresión de su familia ha sido más fuerte y clara: no conocen la justicia, pero sí la impunidad y corrupción.
Parados en la esquina de Antonio Rosales y Vicente Guerrero, en el exterior de una escuela, quienes fueron sus compañeros de lucha, amigos y familia, se reunieron para honrar su memoria, a un hombre que empujó la defensa de los derechos humanos en Sinaloa, y que ha dejado un camino a seguir por las siguientes generaciones.
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Arturo Michel, hijo del activista, expresó que a 36 años del asesinato de su padre, el mensaje de su parte a la sociedad es que no se debe permitir que se repitan los mismos patrones de impunidad en los gobiernos.
“Esos gobiernos de esas épocas hicieron todo lo imposible y posible para que no se esclareciera el caso. Es tanto que esos poderes modifican las leyes para que no se pueda hacer justicia, para desaparecer datos, como pueblo, como mexicanos, debemos levantar ya la voz y despertar, dejar de ser apáticos y apoyar la lucha, porque no se apoya a un líder sino a todos”, subrayó.
El hijo del activista comentó que ya no se debe permitir desde la sociedad que sigan cayendo los defensores de derechos humanos y que no se pierda la libertad de expresión.
Por su parte, el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, Leonel Aguirre, mencionó que con figuras como Norma Corona, Jesús Michel, y Jorge Aguirre no se puede concebir el movimiento de los derechos humanos de Sinaloa sin la memoria del trabajo que realizaron.
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A Jesús Michel Jacobo, expuso, le tocó un entorno muy peligroso para activistas, y que además conociendo el riesgo seguía con su actividad crítica en defensa de sus ideales por los actos de corrupción que se presentaban.
Óscar Loza Ochoa compartió que como activistas no pueden cruzarse de brazos, y con el ejemplo de Jesús Michel Jacobo avanzan con su ideal de que solo una cultura de los derechos humanos puede salvar a la humanidad.
El 16 de diciembre de 1987, cuando Jesús Michel Jacobo se trasladaba a su casa, fue atacado en la esquina de Antonio Rosales y Vicente Guerrero, en el exterior de una escuela.