Angostura, Sin.- Su semblante era parco, serio, como si no se estuviese hablando de ella y de su pequeña hija ya fallecida, la mirada siempre hacia abajo, pero sin expresar ninguna otra emoción.
Maria Luisa, de 27 años de edad, salió a escuchar el auto de vinculación a proceso y que se quedará en prisión preventiva sin mostrar expresión por ello, una blusa de color rosa, un pantalón de mezclilla y una trenza en su negra cabellera denotaban su origen.
Sólo habló para responderle al juez que no tenia nada qué decir y para pedir en tres ocasiones ir al baño, por lo demás, su mirada hacia el suelo y su continua limpieza de boca con papel sanitario fueron las constantes durante más de 4 horas.
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‘Yo no veo el más mínimo indicio de alguna enfermedad mental hasta ahora”, dijo el juez, Teodoro Rubio, al desechar el argumento de un posible trastorno que justificara su internamiento en un hospital psiquiátrico como pedía la defensa, y abundó: “La he visto seria, callada y ha respondido de forma clara a los cuestionamientos, en todo caso, el comportamiento que ha mostrado y que dicen los testigos ha puesto en riesgo la integridad de ellos, ha tenido un comportamiento hostil, incluso con la psicóloga que realizaba el dictamen médico a quien agredió”.
El juzgado le habló directamente: “María Luisa… Esta medida no debe verse como un adelanto de la pena ni de culpabilidad, a la Fiscalía le digo que sería muy aventurado querer sostener la acusación solo en la declaración”.
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El representante del Poder Judicial estuvo atento a los alegatos de la defensa de la madre de la niña encontrada fallecida en Juan José Ríos y quien es hoy su única indiciada, aseguraban actos violatorios de parte de la FGE. Asimismo, escuchó el desahogo de las periciales de parte de los representantes del MP.
El juez justificó su decisión de dictar el auto de vinculación a proceso en el argumento de que la víctima tenía apenas 4 años, difícilmente podía defenderse, fue llevada a un lugar alejado donde sus gritos o su solicitud de ayuda no podían escucharse y abusando de la confianza que la niña tenía en su madre, de que esta no debería hacerle daño.
Mencionó las testimoniales de personas del mismo grupo indígena que María Luisa, quienes aseguran que ejercía sobre ella violencia, vecinos que refieren que por las noches la escuchaban llorar y de la tía paterna, quien asegura que su hermano, padre de Reina, le decía que su madre la maltrataba.
En boca del juez se mencionó que según el dicho de la Fiscalía, María Luisa habría llevado a su hija hasta el dren, la tomó del cuello y la sumergió en el agua, lo hizo de manera mecánica, en el cuerpecito de la niña habrían encontrado rastros de lodo. Después de hacerlo, la cargó y la semi enterró.
Tras esto se fue del lugar en el que habitaban, trató de esconderse y cuando lograron ubicarla justificó que la niña se le había perdido desde hace varios días, pero que no la había buscado porque no sabía dónde reportarla. Fue hasta una segunda entrevista que hizo la presunta confesión.