Culiacán, Sinaloa.- En el 2013, “Cometín”, el conocido payaso de fiestas infantiles, decidió aventurarse en un terreno desconocido: la política. Con su característico traje colorido y su nariz roja se lanzó a la contienda con la esperanza de llevar alegría y cambios positivos a su comunidad. Sin embargo, la realidad fue muy distinta a la que había imaginado.
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Tras una campaña ardua y llena de dificultades, “Cometín” sufrió una derrota aplastante. Las promesas incumplidas y la traicionera arena política lo dejaron devastado. No solo perdió la elección, sino también gran parte de sus ahorros y su casa, lo que lo llevó a la quiebra económica. Las deudas comenzaron a acumularse y con ellas una sensación de fracaso que lo arrojó a una profunda depresión.
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Los días se volvieron oscuros para “Cometín”. Incapaz de encontrar una salida, poco a poco las oportunidades laborales desaparecieron. Sin su habitual sonrisa y con una carga pesada en el corazón, la vida se convirtió en un abismo de desesperación.
Fue en medio de esa oscuridad que “Cometín”, casi por accidente, volvió a descubrir el poder transformador de la risa. A pesar de todo lo que había pasado, hubo personas que lo recibieron con risas y abrazos. Fue así como comprendió que su verdadero propósito no estaba en la política ni en los grandes escenarios, sino en la capacidad de arrancar sonrisas y llevar alegría a los corazones de las familias. Ahí, en el barrio, en las colonias populares, en el centro de la ciudad, con el hijo de vecino o el ciudadano de a pie.
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Poco a poco, “Cometín” empezó a levantarse del suelo. Con cada actuación recuperó su confianza y su pasión por la vida. Entendió que, aunque había tropezado, no estaba derrotado. Decidió dejar atrás el rencor y las culpas y en su lugar se enfocó en convertirse en un soldado de la alegría.
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Entrevistado por Línea Directa, asegura que el payaso triste quedó atrás:
“Tuve infartos, he tenido muchas bajas, me deprimió mucho la política y muchas cosas. No debí haber estado en esos zapatos, pero ya no culpo a nadie. No fui obligado, fue mi error y de los errores se aprende. A pesar de todo, me siento agradecido con la vida. Yo creo mucho en Dios, en lo espiritual y agradezco al universo. Sigo siendo como un niño, me siento feliz y agradecido con lo que soy. Me siento un gran payaso y siempre lo digo: ¡Que vivan los payasos!”.
Hoy, asegura que “Cometín” es más que un payaso. Siente la necesidad de llevar resiliencia y esperanza a quienes carecen de ella. Es por eso que su 36 aniversario como payaso lo festejará en grande con una función especial y gratuita para los familiares de pacientes internados en el Hospital Pediátrico de Culiacán. La cita es el 11 de septiembre a las 6:00 de la tarde afuera del “hospitalito”, donde además de bromas, chistes y carcajadas habrá sorpresas.
“Yo me celebro a lo grande por lo agradecido que estoy con la vida. Nos toca en el Hospital Pediátrico el puro día de mi cumpleaños. Es festejarle a la gente que más lo necesita, que más lo requiere. Ahí es estar con los papás. Si es posible, pueden bajar a los niños o a los hermanitos de quienes estén internados. Se lleva pizza, se llevan hot dogs, se lleva pastel, como toda una fiesta”, comentó.
Él asegura que en Culiacán hay gente buena, gente que lo ha acompañado a lugares como el basurón o colonias marginadas donde además de repartir sonrisas y alimentos, también dan mucho amor.
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“Cometín” asegura que, sin importar cuán oscuro sea el camino, siempre hay una luz al final del túnel, y esa luz, en su caso, fue la risa.