El cardenal Kevin Farrel envestido en papel de camarlengo, verificó y constató la defunción del Papa Francisco para hacer del conocimiento, primero de la Curia Romana y después de la feligresía en general que: siendo el lunes 21 de abril a las 7:35 horas de la mañana tiempo del Vaticano, producto de su delicado estado de salud, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica deja vacante el cargo, por lo que se convoca a la realización de sus funerales, para después comenzar con la sucesión al trono mediante el procedimiento electoral ordinario del conclave papal.
La iglesia católica como institución es de las más longevas en la historia mundial, más allá de su papel religioso, evangelizador y de transformación social es también digna de análisis desde su rol político mundial. Mil cien millones de católicos de todo el orbe, forman parte de la iglesia que es hoy por hoy, la comunidad religiosa más grande e importante del mundo. La decisión de su nueva regencia, guía o liderazgo máximo es de interés general por los múltiples papeles y roles globales que el “sucesor” del apóstol Pedro tiene en las tareas religiosas y pastorales mandatadas por Dios y las del Jefe del Estado Vaticano y líder de la comunidad religiosa que se extiende por todos los confines de la tierra.
Cónclave es el nombre del proceso electivo que celebra el Colegio Cardenalicio para la sucesión legitima y legal del nuevo Papa, según el derecho canónico. Se convoca a todos los Cardenales católicos del mundo a participar en un proceso electoral dentro los días posteriores a la muerte del Pontífice. El cardenal Giovanni Battista, decano del colegio cardenalicio y otros cardenales serán los encargados del proceso electoral a realizarse a puerta cerrada en la Basílica de San Pedro.
Convocados están 135 cardenales electores, que representan la diversidad y la extensión de la iglesia por todo el mundo. Dos han anunciado su imposibilidad de asistencia por motivos de salud, se trata de los prelados Antonio Cañizares representante de la iglesia católica en España y del cardenal Vinko Puljic arzobispo emérito de Bosnia y Herzegovina. Por lo que la elección se reduce a 133 electores, que deberán ponerse de acuerdo a puerta cerrada, sin posibilidad de salir del recinto hasta cumplir la misión electiva correspondiente.
Más allá de toda predicción intuitiva o razonada, no existe manera de saber con certeza cual de los cardenales será el nuevo Papa. Nombres producto de especulaciones, son los que se mencionan como los cinco, diez o veinte “papables” con mayores probabilidades. Lo cierto es que, nadie puede adelantarlo en tanto que el proceso de elección que se vive en secrecía absoluta cambia radicalmente según pasan los minutos, las horas, los días, semanas o meses que puede tardar los electores en ponerse de acuerdo para dar las dos terceras partes de los votos para un mismo candidato y ser declarada así una “elección válida”, en el caso que nos ocupa, el voto de 89 cardenales será suficiente para la fumarola de humo blanco que anuncia el “Habemus Papam”.
Los expertos en el tema aseguran que la gran discusión cardenalicia estará en la continuidad o el cambio del modelo religioso que marcó el Papa Francisco, caracterizado por un auténtico interés en los pobres y el papel transformador de la iglesia. Un Papa humilde que tenia zapatos desgastados y aborrecía los lujos y fastuosidades de la iglesia. Un guía espiritual que se negó a juzgar a los homosexuales y exigió bendecir a todas las personas del mundo, sin importar nada más que su condición humana. Hay quienes afirman que la iglesia dará un giro para retomar un camino más conservador y menos tolerante a las diferencias. Creo sinceramente, que la elección del próximo líder de nuestra iglesia continuará los esfuerzos reformadores del Papa Francisco, guiados por el Espíritu Santo, la mayoría cardenalicia no equivocarán cuando en la papeleta escriban: “Eligo in Summum Pontificem” al que le toca ser, y será por mandato de Dios. Luego le seguimos…