Hemos dicho que el llamado “primer mundo” deja de parecerlo en cuanto lo miras de cerca. El trayecto del deterioro evidente, en todos esos países, ha sido largo y penoso.
En Estados Unidos, el american dream, que se empalmó al american way of life, ya no es más que, acaso, el regreso al sueño inicial que, ciertamente, tuvo referentes de concreción relativa.
Pero la preeminencia de la lógica de la ganancia a ultranza, el egoísmo consustancial al mundo del capital, la competencia para pasar sobre los demás, hizo efectiva la factura.
La sociología estadounidense que tiende a justificar el sistema en que se mueve, prefiere “explicar” lo que sucede con las reglas de la movilidad y otros “accidentes” insalvables en la lógica capitalista.
Las contradicciones profundas, la inequidad que está en la base del sistema, simplemente se marginan.
Pero el hecho es que las imágenes de aquel “paraíso”, sobre todo en contraste con nuestra realidad, cada vez se difuminan más, sin remedio a la vista.
Y EN TODAS PARTES
Los centros de ayuda en el primer cuadro de Los Ángeles, las mission, varias abiertas las 24 horas, rayan en la insuficiencia.
Toda comparación suele ser mala, pero no se trata del viejo callejón Manzanares, ni la Candelaria de otrora, tampoco una salida del metro Tacubaya, ni la periferia de Tepito o La Merced, en la Ciudad de México, donde la “radio bemba” primermundista ubica a los desposeídos del mundo debajo de su frontera sur.
Se trata de lo que pasa a unas cuadras del primer cuadro angelino.
Lo mismo en el Tenderloin de San francisco, la Kensington de Filadelfia y los Skid Row en prácticamente todas las grandes ciudades del vecino país.
En todos esos lugares, a media banqueta y hasta en media calle, a la intemperie o en casas de campaña, las 24 horas, están afroamericanos, latinos y cada vez más anglosajones, sobreviviendo; otros, traficando a la vista de todos.
De unos años acá, los skid row y su miseria, material y humana, son parte del paisaje.
El “sueño americano”, si alguna vez pasó por ahí, ausente por completo.
AL TERCER MUNDO
En lo que toca a lo político y social: “bienvenidos al tercer mundo”, escribimos cuando la primera elección presidencial que “ganó” George W. Bush en Estados Unidos, cuestionada y en la duda aún la confiabilidad de aquel resultado.
Tuvo que entrar al quite la Suprema Corte para que las cosas se apaciguaran, vía fallo inapelable.
El desenlace de aquella elección presidencial en Estados Unidos tuvo al menos dos consecuencias de primera importancia: primero, el modelo democrático de ese país fue puesto, por primera vez de manera tajante y con referentes al canto, en entredicho tanto a nivel nacional como internacional.
Segundo, y no menos importante, que llegó un presidente, Bush, sin la legitimación requerida.
Desde luego, acá ya habíamos pasado por situaciones parecidas.
LAS INEVITABLES CONSECUENCIAS
La confusión, las dudas y la pérdida de credibilidad fueron los signos de ese proceso electoral en el país autocalificado como “líder de la democracia mundial”.
Luego vendrían los excesos y extremos trumpistas. Tanto Bush como Trump perdieron en el voto popular; el segundo, con casi tres millones de votos, pero igual se hicieron de la presidencia. Una democracia sui generis.
No fue el inicio de los skid row, ciertamente, que desde muchos años antes ya estaban donde están. Fue una expresión de lo que, en el ámbito político y cultural, estaba sucediendo.
Y lo que viene, con una democracia en riesgo, en las votaciones que mañana habrá en ese país.
EN EL TINTERO
-Hay un rechazo casi unánime a los retenes policiacos y militares en todo el país. En Culiacán siguen como si nada (y ahora hay más).
-Pregunta el crítico lector: “¿La opinión crítica independiente (es fácil diferenciarla) sirve de algo en este país?” y adelanta su respuesta: “prácticamente de nada; la lógica del poder, igual que antes, se impone sin remedio”. ([email protected]).