Roma. A días de que inicie el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco, todo está listo en el Vaticano. Desde cardenales hasta cocineros y personal médico, todos los involucrados en el proceso se han comprometido mediante un juramento a guardar el más estricto secreto sobre todo lo que ocurra durante la elección.
Este compromiso, que se realiza en ceremonias solemnes dentro de recintos como la Capilla Paulina y la Capilla Sixtina, no es una simple formalidad. Cualquier filtración, ya sea por palabra, texto o grabación, conlleva una pena inmediata: la excomunión automática, según las normas reforzadas por Benedicto XVI y basadas en el reglamento de 1996 establecido por Juan Pablo II.
Durante el cónclave, los cardenales habitarán dentro del Vaticano y podrán caminar o utilizar transporte interno para desplazarse a la Capilla Sixtina. Como medida de seguridad adicional, se usarán inhibidores de señal y habrá vigilancia estricta para evitar comunicaciones con el exterior.
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Aunque no se les confiscarán los teléfonos móviles, se les ha pedido no llevarlos durante las sesiones de votación. Además, se ha prohibido el uso de cualquier equipo capaz de grabar o transmitir audio o video.
En paralelo al juramento, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores ha solicitado a los cardenales poner el tema del abuso sexual clerical como una prioridad en la elección del nuevo pontífice. “La reputación no debe prevalecer sobre la verdad”, señala su declaración.
Este llamado resalta la urgencia de restaurar la credibilidad de la Iglesia a través de la justicia, la transparencia y el compromiso con las víctimas, recordando que elegir al próximo Papa no solo es un acto espiritual, sino también una responsabilidad moral ante millones de fieles.