Estados Unidos.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cerró este martes sus actos de investidura con un servicio interreligioso en la Catedral Nacional de Washington, el cual al parecer no fue muy de su agrado, ya que el político republicano evidenció una actitud de rechazo luego de que una de las obispas lo exhortara a tener “piedad” con los migrantes y la comunidad LGBT.
Según lo informado por medios como CNN y The Guardian, fue la obispa Mariann Edgar Budde quien hizo el llamado a Donald Trump durante su bendición en el evento religioso, ya que esta empezó diciendo:
Permítame hacer una última súplica, señor presidente: millones han puesto su confianza en usted, y como le dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso (…) En nombre de nuestro Señor, le pido que tenga misericordia de las personas en nuestro país que tienen miedo.
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Sin embargo, lo que quizás incomodó más a Donald Trump fue lo que vino después, ya que la reverenda destacó el temor que viven las personas de la comunidad LGBT, quienes forman partes de familias demócratas, republicanas e independientes. Además, la religiosa también salió en defensa de los migrantes al señalar:
Hay personas que cosechan nuestros productos y limpian nuestras oficinas, que trabajan en granjas avícolas y lavan los platos en sus restaurantes y hacen los turnos de noche en los hospitales. Puede que no sean ciudadanos ni tengan la documentación adecuada, pero la inmensa mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos.
(…) ayude a aquellos que huyen de la guerra y la persecución en sus propios países, que encuentren bienvenida aquí. Dios nos enseña a ser piadosos con los extraños, pues todos somos extraños en esta tierra.
Según los medios antes citados y los videos que circulan en X, una vez que Budde terminó de hablar, Trump dirigió la mirada al vicepresidente JD Vance y le digo algo, pero este último negó con la cabeza.
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Poco después, en su regreso a la Casa Blanca y tras ser abordado por la prensa, el mandatario de 78 años dejó ver su inconformidad con el sermón, ya que con una expresión de notable rechazo respondió:
No fue muy emocionante, ¿verdad? No me pareció un buen sermón, no. Podrían hacerlo mucho mejor.