?Londres.- Después del éxito de “Slumdog Millionare”, el cineasta británico Danny
Boyle regresa a la gran pantalla con “127 horas”, la conmovedora
historia real de Aron Ralston, un montañés de 27 años que en 2003 sufrió
un accidente recorriendo en solitario un remoto cañón del sureste de
Utah (EU) .
La película clausuró hoy el Festival de Cine de Londres, que esperaba
con expectación este metraje y que entregó a Boyle, que ya atesora un
Oscar, un Globo de Oro y un BAFTA, el premio especial del certamen en
reconocimiento a su carrera.
“No es una historia de supervivencia, sino el viaje personal que inicia
Ralston y que le permite conocerse a sí mismo durante los cinco días que
está atrapado en el fondo de un cañón”, explicó Boyle en rueda de
prensa.
La película documenta cómo el protagonista -interpretado por James
Franco- queda atrapado por una roca de 90 kilos que le aplasta un brazo,
sin ser capaz de levantarla, sin agua ni alimentos, consciente de que
nadie irá en su búsqueda porque no le ha contado a nadie donde estaba, y
cómo asume su muerte con valentía, grabando vídeos de despedida a su
familia.
Sin embargo, es el amor por su propia familia y los buenos recuerdos de
su infancia los que, pese a estar deshidratado y casi delirando, le dan
el coraje suficiente para salir de allí a la desesperada, amputándose su
propio brazo inmovilizado por la roca.
“Cuando menos se lo espera la vida vuelve a él y da un giro radical
porque se da cuenta de que no ha mostrado el respeto suficiente por la
gente que le quiere” , precisó Boyle.
El propio James Franco reconoció que interpretar a Aron Ralston le
inspiraba cierto respeto, pero que el ver los vídeos originales que este
joven grabó mientras estaba atrapado le ayudó a comprender y empatizar
con la vivencia tan extrema a la que se había enfrentado.
“Me sorprendió el cariño con el que se dirige a su familia y el sentido
del humor con el que asume su propio destino”, señaló Franco, que
alcanzó fama internacional gracias a la trilogía de Spiderman.
Franco aseguró que ver las cintas le permitió analizar el comportamiento
en estado puro de una persona en una situación tan extrema y absorber
todos los pequeños detalles para lograr así una interpretación lo más
fidedigna posible, en la que se pudieran vislumbrar por igual rasgos de
fortaleza y de vulnerabilidad del personaje.
Otro importante reto del papel era el desgaste físico que suponía rodar
bajo el calor infernal del desierto de Utah y de enfrentarse de verdad a
una pesada piedra como la que atrapó a Ralston.
Franco contó que Boyle le sugirió que tratará de mover con todas sus
fuerzas la piedra para que se hiciera una idea exacta del esfuerzo
sobrehumano que Ralston hizo durante cinco días para intentar liberarse.
“Al día siguiente rodamos esa escena y la cara de sufrimiento era real
porque me dolía muchísimo el hombro por el esfuerzo del día anterior. No
estaba interpretando, era dolor real” , relató entre risas el actor.
“Menos mal que para la escena en la que me corto el brazo teníamos una
fantástica réplica de plástico” , bromeó un simpático Franco.
Pese al reto que supuso interpretar a Ralston, Franco reconoció que se
lanzó a la piscina por las ganas que tenía de trabajar con Boyle, a
quien definió como “un director excepcional que siempre busca desafiarse
a sí mismo en cada película que hace, con la búsqueda de material que
no es habitual en el cine actual y con requerimientos técnicos
complicados” .
“En este caso tenía la dificultad de filmar en una estrecha grieta de un
cañón, pero consigue crear una película dinámica y muy emocionante” ,
comentó Franco.
Una vibrante banda sonora, montaje acelerado, superposiciones de
imágenes son los recursos que utiliza Boyle -y de los que ya se sirvió
en la aclamada “Slumdog Millionare” – para conseguir ese dinamismo del
que habla Franco.
Todos esos aspectos sirven para dar forma al poderoso guión firmado por
Boyle y su colaborador habitual, Simon Beaufoy, y basado en el libro que
el propio Ralston escribió acerca de su experiencia.
“Lo realmente extraordinario de la historia es que, aunque nos parezca
imposible, todos actuaríamos de la misma manera que Aron”, sentenció
Boyle.