Guasave, Sinaloa.- Con las manos “descueradas” producto de las quimioterapias que está tomando, don Ramón muestra también los pies escamados como efecto secundario de lo que se administra para combatir un tumor renal.
Una pequeña fogata “afuerita” de la vivienda da la bienvenida a las visitas a la casa extremadamente pulcra que ha sido su hogar para él y su mujer desde hace 30 años.
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A la pareja de adultos mayores no les ha tocado solo la “miel sobre hojuelas”, pues a raíz de la pandemia vino un descubrimiento temeroso, una enfermedad crónica que a don Ramón lo priva de trabajar “por momentos”, asegura él mismo, cuando refiere que solo es un compás de espera mientras retoma su oficio de albañil.
Don Ramón./ Foto: Martha L. Castro
“Yo la he pasado así, de hecho, el oncólogo me dijo que esto era un tumor desde hace mucho tiempo, que era probablemente desde…, de la niñez quizá lo traigo, no me dijo si era cancerígeno, pero me dieron medicamento, quimios tomadas”, relató sin perder la sonrisa.
Con su esposa la situación es diferente, la enfermedad pulmonar que padece, EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la mantiene en cama de manera permanente, pegada al tanque de oxígeno. Solo escucha la plática de las visitas, sin poder responder a ninguna de las preguntas que hacen.
¿Qué necesita don Ramón? Se le preguntó al hombre impecablemente aseado: “pues qué te diré, para qué te voy a decir que tenemos, a veces sí nos hace falta, pero ahí tenemos para el día”, respondió apenado, quizá de hacer alguna petición.
Don Ramón y su esposa son padres adoptivos de Alison, una pequeña adolescente de 11 años que pronto irá a la secundaria. Ella no quiere vivir con su madre, prefiere hacerlo con los abuelos a quienes llama papás, pues se crio con ellos desde que estaba recién nacida.
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En pleno siglo XXI y en zona urbana, su casita está hecha de tarimas de madera, viven frente a la casa hogar Nuestra Señora del Rosario, con lo más esencial. Su techo es de lámina y sí les cubre del frío, reconoció, sin embargo, aunque cuentan con un aire acondicionado en la recámara no les es suficiente para paliar las temperaturas extremas que se viven en la región porque se les escapa por los orificios de la madera.
Aun así, con todo lo que cualquiera pudiera describir como precariedad, don Ramón mantuvo su sonrisa, no hay nada que lo amaine, hay que hacerle frente a la vida, dijo.
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Ya por la tarde el área de la Dirección de Salud del Ayuntamiento de Guasave, informados de esta situación, envió a un médico para valorar el estado de salud de la familia y pudieron dotarlos de lo necesario para que mantengan su bienestar en lo que siguen con sus tratamientos.
