Los Mochis, Sin. – Las tradiciones mexicanas están llenas de magia, sabor, color, cultura, música y creencias. Para muestra basta ver el calendario y ver lo que se celebra cada mes y es que una misma celebración puede significar distintas cosas según la región: lo que para algunos puede significar alegría, para otros puede ser tristeza, o lo que muchos comen, a otros no les gusta y la forma en cómo tratamos a nuestros muertos no es la excepción.
México tiene tanta diversidad cultural que cuando una persona fallece, según el lugar del país donde ocurra el deceso, su funeral puede ser realizado de varias formas, desde lo tradicional donde acude personal de una funeraria y se llevan el cuerpo para prepararlo y arreglarlo para entregarlo a sus familiares en un ataúd, hasta las formas más antiguas en las que una persona ajena a la familia se encarga de la preparación, tanto del cuerpo como del velatorio. En la cultura yoreme, a estas personas se les conoce como “Padrinos de Muerte”.
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El Padrino de Muerte es una tradición muy antigua del pueblo yoreme del norte de Sinaloa, la cual con el paso del tiempo se ha ido modificando. Javier Gastélum, uno de los pocos padrinos de muerte que quedan, comenta que en un principio ellos se encargaban de limpiar el cuerpo, bañarlo, vestirlo, arreglarlo y colocarlo en donde se le rendirán honores. Contrario a estos días, en los que dicha tarea la realiza la funeraria.
Gastélum comenta que hoy en día el Padrino de Muerte es buscado cuando muere alguna persona y se encarga de acudir a barrer, limpiar, y preparar los adornos que se colocarán en el velatorio, son tres parejas de padrinos los que acuden al lugar donde habitaba el fallecido y colocan tres listones en la cintura del cuerpo, lo que puede significar las tres caídas de Jesús o la Santísima Trinidad; preparan el atril, los adornos y la mesa en la que se colocará el cuerpo.
Dentro de la creencia yoreme la familia del difunto no puede barrer porque es como si se estuviera pidiendo que los demás miembros siguieran el mismo camino del que ya se fue, es donde entra el padrino o madrina a realizar este tipo de actividades, teniendo que utilizar una escoba nueva porque la de la casa tiene las huellas o la esencia del alma de quien se fue, para una vez terminado el barrido y juntada la basura quemar todo junto para que se vaya tranquila el ánima.
“Dentro de nuestra creencia nosotros no podemos barrer, porque lo que dicen los viejos es que cuando uno barre se supone que quedan plasmadas las huellas de esa persona, entonces si nosotros barremos es como si dijera ‘queremos que la familia siga esa persona que falleció’. Entonces qué pasa, o no barremos nosotros u otra persona lo hace”.
El Padrino de Muerte indica que la colocación del cuerpo es diferente a la tradición “yori” o blanca, ya que se coloca con los pies hacia la casa como despidiéndose de lo que fue su hogar y su familia frente a él, detrás del maestro rezandero, quien se encargará de realizar los cantos, rezos, peticiones y la liturgia correspondiente para que el ánima no se quede en ese lugar y sepa que ya tiene que irse. Después se le da un recorrido por los cuatro puntos del lugar donde vivía y se coloca ahora sí con los pies hacía afuera para entonces llevarlo a su última morada.
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Lamentablemente este oficio se está perdiendo, son pocos los jóvenes que en estos años desean aprender a ser Padrino o Madrina de muerte y en ocasiones no logran completar los 3 que se requieren como mínimo. Javier Gastélum, de los pocos que siguen practicando esta tradición, dice que esto se debe a que ellos tienen que poner todo lo que se necesita de su propia bolsa y a veces tienen que dejar de trabajar para poder servir como padrinos, esto aunado a que las creencias se están perdiendo y cada vez son menos los que practican esta cosmovisión.