Sinaloa municipio, Sinaloa. La sequía extrema que atraviesa el norte de Sinaloa ha traído consigo una postal tan impactante como melancólica: los vestigios de pueblos que habían quedado sepultados desde la construcción de la presa Guillermo Blake, también conocida como Bacurato, han comenzado a emerger mucho antes de lo habitual, sorprendiendo a los habitantes de la región.
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Cada año usualmente en el mes de mayo el descenso del nivel del agua permite entrever ruinas de antiguas comunidades que fueron desplazadas para dar paso a la obra hidráulica. Sin embargo, en este 2025, la situación es distinta. A principios de abril ya pueden observarse claramente estructuras de lo que fueron escuelas, viviendas y una pequeña iglesia que se mantenían ocultas bajo el agua.
Entre los pueblos que ya han quedado al descubierto, se encuentran Chicorato, El Rancho El Padre, Temuchina y de manera incipiente Terahuito, cuyos restos comienzan a asomarse conforme avanza la sequía. Las imágenes que circulan entre habitantes y visitantes muestran caminos cubiertos de grietas, árboles resecos y los esqueletos de antiguas construcciones que alguna vez estuvieron llenas de vida.
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Octavio Soto, residente de la zona, compartió su impresión ante el resurgir de estos pueblos fantasmas.
“Es impresionante cómo, a pesar del paso del tiempo, los pueblos siguen ahí. Quizá convertidos en fantasmas, pero de pie, con su historia y sus recuerdos. La presa de Bacurato está a un nivel muy bajo. Ya está descubierto lo que era Temuchina y se está descubriendo Terahuito. Está crítica la cosa, yo pienso ir en unos días más, la última vez fui al rancho y todo está muy seco. Quiero ir a Terahuito, pero en lancha, por Bacurato”, dijo.
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Las palabras de Soto reflejan un sentimiento colectivo que mezcla asombro, tristeza y una conexión profunda con la historia regional. Las estructuras emergidas son mucho más que ruinas: representan la memoria de comunidades que fueron desarraigadas en nombre del progreso, pero cuya esencia persiste.
Pueblo que solía ser habitado antes de la construcción de la presa.
La presa Guillermo Blake fue inaugurada en 1978 como una de las grandes obras para el control del agua en el estado, generando beneficios como el riego agrícola y la generación de energía. Sin embargo, también implicó la desaparición de pueblos enteros, cuyos habitantes fueron reubicados, dejando atrás sus casas, tierras y tradiciones.
El fenómeno de los pueblos sumergidos que reaparecen se ha convertido en un símbolo de la intensidad de la sequía que afecta al noroeste del país. Las autoridades han alertado sobre los niveles críticamente bajos en embalses y presas, lo que compromete el abastecimiento de agua para uso doméstico, agrícola e industrial.
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Mientras tanto, los habitantes aprovechan para visitar los lugares donde nacieron sus padres o abuelos, tomarse fotografías y en muchos casos realizar pequeñas ceremonias para recordar a quienes vivieron allí. La tierra agrietada y las paredes derruidas actúan como una especie de portal al pasado, donde se puede sentir el eco de una vida interrumpida por el avance del agua.
Este resurgimiento de los pueblos fantasma no solo es un recordatorio de la historia enterrada bajo la presa Bacurato, sino también un llamado de atención sobre los efectos del cambio climático y la necesidad urgente de tomar medidas para la gestión responsable del recurso hídrico.