Culiacán, Sinaloa. – La mañana del 8 de marzo, María Isabel Cruz Bernal, líder del colectivo Sabuesos Guerreras, salió de casa por un momento. Lo hizo con el corazón dividido: por un lado, la lucha incansable por encontrar a su hijo desaparecido Yosimar García; por el otro, la preocupación por Ángel Tomás, su hijo que siempre la acompañó en esa búsqueda y que en ese momento enfrentaba serios problemas de salud.
Mientras sus compañeras se alistaban para salir en busca de desaparecidos en la comunidad El Corazón —irónicamente, con su propio corazón adolorido—, ella solo pudo acompañarlas por un instante en el estacionamiento de un centro comercial.
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Sabía que debía regresar a casa rápido para estar con su hijo. Antes de marcharse, concedió una entrevista a Línea Directa.
“Yo no iré a la búsqueda, tengo que regresar a mi casa con mi hijo, solo vine un momento”, nos dijo.
Contó a este medio que Angel Tomás tenía problemas renales, que había sufrido episodios depresivos por la ausencia de su hermano, pero también resaltó su fortaleza.
En esa conversación, se le preguntó sobre el premio Norma Corona Sapien, que le será entregada el próximo lunes en el Congreso del Estado en reconocimiento a su incansable labor en la búsqueda de personas desaparecidas. Un reconocimiento merecido, pero que describió como agridulce.
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Durante la entrevista, su hijo estuvo presente en sus pensamientos. Recordó cómo él fue testigo del “levantón” de Yosimar en 2017, aquel suceso que los marcó para siempre y que, sin imaginarlo, dio inicio a todo: la búsqueda, la resistencia, la propia historia de la colectiva Sabuesos Guerreras.
—”Él fue testigo presencial cuando se llevaron a Yosimar, y ahorita, pues, es duro. Y por eso te digo que esa medalla está llena de lágrimas, porque la vida me da una cosa y me quiere arrebatar otra”, expresó con la voz entrecortada y los ojos cristalinos.
El estado de salud de su hijo era delicado y ella era consciente de lo que se venía, pero aun así el dolor cala hondo.
“Mi hijo… Solo estoy esperando que su último suspiro se acabe y eso lastima, lastima mucho”, expresó.
Horas después de aquella breve entrevista con Línea Directa, Ángel Tomás falleció.
Su comunidad de Sabuesos Guerreras no la dejó sola, por lo menos el círculo más íntimo estuvo con ella.
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Para María Isabel, Ángel Tomás no solo fue hijo, también fue compañero de lucha.
Durante ocho años, recorrió junto a su madre caminos de tierra y esperanza, sosteniendo palas, abrazando a quienes, como ellas, buscaban respuestas. Su fortaleza estuvo en cada jornada de rastreo, en cada grito de exigencia, en cada paso dado sin miedo.
Para quienes lo conocieron su partida no es un final, sino un recordatorio del amor profundo entre madre e hijo, un amor que sobrevive a todo.
María Isabel lo despide con dolor. Sus pasos son los de una madre que ama, que lucha y que honra la memoria de quienes han marcado su vida.