Guasave, Sinaloa. “Se oían los gritos del niño al teléfono”, dijo un vecino del estado de Aguascalientes que quedó varado desde la mañana hasta al medio día de este martes en el bloqueo de productores en la carretera internacional. Con dos pequeños a bordo y cinco adultos, se bajó para caminar hasta encontrar un baño disponible, pero al llamar a quienes se quedaron en el carro no soportó escuchar los llantos de su nieto.
Vinieron al estado de Sinaloa a una fiesta, apenas el jueves llegaron a la ciudad de Los Mochis y este martes ya iban de regreso, el problema fue que no se enteraron de la situación de los maiceros que iniciarían las tomas de las casetas de peaje y quedaron en medio de los tráileres en la carretera internacional, sin poder avanzar o retroceder hasta donde pudieran pasar.
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En la misma situación estaba una mujer de 70 años, acudió a su cita de seguimiento por la bronquitis que padece y tenía más de 3 horas atorada, caminó un kilómetro para llegar hasta una gasolinera y luego refugiarse en una tienda de conveniencia, sin haber desayunado ni poder ponerse las inhalaciones que la mantienen.
“Se nos atravesaron unos por donde nos movíamos, ya no pudimos movernos, vamos cerca de Aguascalientes, vienen dos chiquitos y yo me bajé con la niña y ya fui por él porque lo oía que estaba gritando, es que por el calor también, ¿quién va a aguantar el calorón ahí arriba del carro?”.
“Estamos a un kilómetro y ahorita me vine caminando y aquí estoy, cómo me regreso otra vez, me estoy poniendo 5 inhalaciones, ahorita ya es hora de mis medicamentos y aquí estoy y sin desayunar”, dijo una vecina de la comunidad de Palos Blancos que a poco de retornar quedó atrapada en el bloqueo.
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No era diferente la situación del resto de personas que miraban dicha tienda de conveniencia como un oasis en medio del desierto, a más de 35 grados centígrados de temperatura, con el pavimento vaporizando y el aire de los carros insuficiente, se refugiaron en la tienda para comprar algo qué llevarse al estómago.
Fue el caso de una mujer que dejó a su madre ya mayor en el carro para llegar caminando hasta la tienda y comprar dos latas de atún, una mayonesa chica, elote enlatado y cucharas desechables para darle de comer, temiendo que víctima de la diabetes que padece se le bajara el azúcar por falta de alimento.