Sinaloa.– El día que falleció Susana Aracely, en el derrumbe de la zapatería del centro, parecía que iba llover; las nubes rojizas anunciaron la tragedia que nadie esperaba pero que marcó una herida más a la memoria sinaloense.
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Eran las 18:30 horas cuando el techo del local ubicado entre calle Domingo Rubí y Ángel Flores colapsó sobre los empleados. Los testigos dicen que el estruendo se escuchó como un relámpago; y después los gritos desgarradores de auxilio.
Los cuerpos de rescate llegaron rápido y precisos para actuar; embutidos en sus trajes rojos y amarillos comenzaron a sacar a los heridos. Turnándose para tomar aire y agua pues el calor era un enemigo más.
Los policías, asustados y desorientados, pasaban agua y sueros a los rescatistas y trataban de alejar a los curiosos. Todos sabían que la tarde sería trágica; pero el ánimo de salvar a las personas ahí, era muy grande y esperanzador.
Para las 19:00 horas ya habían salido cuatro heridos del epicentro del desastre. Solo faltaba Susana Aracely, que se sabía estaba atrapada bajo pesado escombro y su rescate parecía imposible.
Todos estaban cansados y las miradas cada vez más esquivas. El tiempo era vital para el rescate y la noche se cerraba cada vez más sobre ellos.
Un profundo silencio se apoderó del lugar cuando del fondo de la zapatería unos paramédicos pidieron la sábana azul. Y es que la camilla que cargaban a la salida venía con el cuerpo inmóvil de la joven mujer.
“Cámaras abajo” gritó, un oficial con voz quebradiza, mientras sacaban la camilla. Noche trágica para Culiacán, otra más que nos recuerda la de hace 11 años dónde murieron 6 en un incendio en el mismo sector.
Los llantos de familiares terminaron por sembrar un lúgubre animo en el lugar. Poco a poco se fueron los curiosos, los reporteros y los rescatistas, la zona quedó sola y en silencio; solo una cinta amarillenta y escombros rodeaban el lugar donde falleció Susana Aracely, el día que el cielo se le vino encima.