Valle de El Carrizo, Ahome. Un caballo amarrado bajo el sol ardiente del norte de Sinaloa. Sin sombra, sin agua visible, sin la mínima protección. Esta es la escena que retrata la imagen tomada en la calle 7, entre las comunidades de Chávez Talamantes y Estación Francisco, justo a un kilómetro de donde operan los aviones fumigadores.
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La fotografía no necesita mucho para hablar: el animal permanece solo, resignado, bajo un cielo sin nubes.
Al fondo, en el campo seco, se alcanza a ver otra figura similar: una yegua con su potrillo, según la denuncia ciudadana, en las mismas condiciones.
“Todos los días me toca mirarlos… estos ingratos los tienen ahí parados todo el día, es un abuso”, relata quien decidió compartir la denuncia con Línea Directa.
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Es un grito dirigido “a quien corresponda”, pero también a todos: porque el maltrato animal no siempre se ve en golpes; también existe en la indiferencia diaria.
El objetivo de esta denuncia no es solo exhibir el maltrato animal, sino invitar a la reflexión y la acción.
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En un estado con fuerte identidad rural y agrícola como Sinaloa, cuidar a los animales de trabajo debería ser parte del orgullo, no de la irresponsabilidad.
¿Quién responde por los que no pueden hablar?