Guasave, Sin.- Por más súplicas que le realizaron sus familiares, Carlos Manuel ya no volvió a levantarse, donde su cuerpo se encontraba inerte, sus ojos, al igual que los de su primo Jesús Alberto, se habían cerrado para siempre en ese trágico momento cuando la corriente del río Sinaloa los arrastró con todo y unidad.
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Eran cerca de las 8:30 de la noche del viernes cuando estos dos primos iban en una Jeep Cherokee, color gris, modelo 2001, junto con Uziel Alonso, (conductor) Fausto, y el menor, Rubén Adalberto, de 8 años.
Seguramente entre el “cotorreo” propio de jóvenes de entre 20 y 25 años, tomaron lo que sería después, una fatal decisión: cruzar las crecidas aguas del río Sinaloa de Carboneras hacia Orba, Bamoa.
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Pero el intento de tal vez sentir la adrenalina de atravesar aquella peligrosa zona salió muy, muy mal, pronto la vagoneta fue “comida” por el agua bronca que venía desde más arriba y los de la Cherokee quedaron atrapados entre aquella peligrosa corriente.
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Uziel, de 25 años y jornalero, Fausto, de 20, de ocupación albañil, y el niño, lograron salir de las mortales aguas, no así los primos Carlos Manuel, de 20 años, y Jesús Alberto, de 25, quienes fueron “devorados” por el río.
Rápido se inició una intensa búsqueda que resultó en vano, las condiciones del afluente no daban para que el personal de las corporaciones se introdujera a tratar de localizar a los dos jóvenes; se llegó la mañana del sábado y con ello la consumación de una terrible y por demás dolorosa tragedia.
Primero, cerca de donde la Cherokee quedó atrapada entre las aguas asesinas, se encontró el cuerpo de Carlos Manuel, ya no había esperanza alguna para su corta existencia que había quedado entre esas furiosas aguas.
Por más que sus familiares le suplicaban que se levantara, el cuerpo de Carlos Manuel no volvió a inmutarse, a soltar siquiera el más leve movimiento que les devolviera a sus seres queridos una mínima esperanza de que no los dejaría.
Casi dos horas después y a 200 metros de la zona del primer hallazgo, se encontró el cuerpo de Jesús Alberto, quien dejó a una niña huérfana de padre en aquel momento cuando decidieron cruzar el río Sinaloa.
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Carlos Manuel también era casado, pero no dejó descendencia, comentó un familiar allegado a los dos primos.