En una de nuestras entregas anteriores, apunté que el pugilista mazatleco Marco Alonso Verde era el más sólido candidato a ganar el Premio Nacional del Deporte. Sus posibilidades eran más seguras que esperar un triunfo de México sobre Brasil en una final de Copa del Mundo de futbol.
El vaticinio se cumplió y no iba a resultar tan complicado, porque su medalla de Plata le abrió de par en par las puertas a tan honroso reconocimiento que entrega anualmente la presidencia del país.
Verde cosechó en este agonizante 2024 una cantidad de victorias y elogios como fruto a su exitosa carrera que emprendió desde sus 12 años de edad. Nunca flaqueó en sus intenciones no solo de emular, sino de superar, a su señor padre Manuel Verde que en la misma disciplina estuvo en esa justa 30 años atrás, aunque sin mucho éxito.
Si bien el premio no fue exclusivo, al tener que compartirlo con tres atletas más, esta distinción lo ha colocado a perpetuidad en la historia del deporte en México y por obvias razones en Sinaloa.
Su nombre estará al lado de otra histórica, María del Rosario Espinoza, la taekwondeina que cimbró a todos los mexicanos con su medalla de Oro también en unos Juegos Olímpicos.
Pero el mérito no fue solamente de Marco. Su mentor de toda la vida, Radamés Hernández, también fue declarado ganador como el Mejor Entrenador, un premio que compartió con Martín Velasco e Iván Rodríguez, elementos que fueron piezas claves para que dos atletas paralímpicos subieran al podio en París.
Los triunfos de la pareja mazatleca le dieron continuidad a los éxitos de deportistas y entrenadores de extracción sinaloense, lo que habla muy bien del trabajo que realizan en nuestro estado, aún y con todas las dificultades que suelen encontrar por la falta de apoyos, algo muy común no solo en todo el territorio azteca.
Lo que ha hecho “Chayito” Espinoza en los premios nacionales del deporte no tiene punto de comparación. En tres ocasiones ha sido galardonada con ese reconocimiento, al convertirse en la única mexicana en ganar preseas en igual número de asistencias a esa fiesta cuatrienal.
La softbolista Anahy Lizárraga fue la segunda sinaloense en ser merecedora del PND (2020), porque resultó pieza importante con el equipo tricolor que acudió a las Olimpiadas de ese año.
Sin embargo, los triunfos no solo han sido para deportistas sinaloenses convencionales. Juan Diego García (taekwondo) y Gloria Guerrero fueron merecedores al Premio por sus éxitos y medallas obtenidas en París.
En el terreno profesional también se reconoce con el PND, y en ese rubro el nombre de Sinaloa ya figura en el mural de la historia, gracias a Roberto Osuna (2026) y Julio César Urías (2021).
