Los Dodgers ganaron la Serie Mundial con toda justicia. Fueron el mejor equipo de todo el calendario regular y mantuvo su mística en la pos-temporada, aunque con algunos sobresaltos en su eliminatoria con los Padres. Al César lo que es del César.
Cuando se definieron los doce clasificados (seis por Liga, incluyendo los comodines), entre ellos los Yankees, todos nos frotamos las manos esperando ese platillo entre los neoyorkinos y Los Ángeles en la serie de campeonato, Era la batalla soñada: King Kong (Aaron Judge) contra Godzilla (Shohei Othani). ¡Quién no soñó con ese duelo!.
En mi opinión, siempre consideré que el único capaz de pelearle al tú por tú a los Dodgers era Nueva York, con el respeto que merecieron Cleveland y Baltimore, dos franquicias que hasta la última serie del calendario regular le pelearon a los Yankees la supremacía de la Liga Americana.
Pero, ¡ohh decepción! Lo que vimos en esos cinco partidos no estaba en los pronósticos. Y no porque Nueva York no se haya alzado con la corona, sino por la forma casi tan aplastante como se definió todo. Estuvieron a punto de barrerlos, lo que hubiese resultado más ofensivo y lastimado el orgullo neoyorkino.
Sin embargo, después de mantenerse con vida ganando un cuarto juego, los Yankees echaron por la borda una ventaja de 5 carreras en una sola entrada a causa de los HORRORES cometidos a la defensiva. Nadie nos imaginamos que con aquel pésimo fildeo de Judge abriendo el inning, sería el principio del fin.
El pecado tal vez en ese momento no era tan peligroso, como tampoco el error del campo corto Anthony Volpe en aquel tiro a tercera tratando de sacar al corredor más avanzado. No, el error mental, que por cierto no se anota como tal, fue del propio serpentinero Gerrit Cole, cuando se quedó perplejo al no acudir a la primera almohadilla para consumar el que debió haber sido el tercer out y final de la entrada, en roletazo de Mookie Betts.
Con ese pecado los jugadores locales se contagiaron y presionaron. Lo que sucedió después de que Los Ángeles empató el partido 5-5 es una historia que todos ya conocen.
Así como nos frotamos las manos para ver esa Serie, nos quedamos con los mismos deseos de que ésta se prolongara. Pero el destino les cerró las puertas a los Yankees, como castigo a sus indecisiones.
Con el trabuco que ostentan, los Dodgers dejaron su sello bien impreso en esta campaña como para dominar la división, la Liga Nacional y hasta la Serie Mundial en varias temporadas próximas, al menos, pienso yo, mientras se mantengan unidos los Ohtani, Freeman, Betts y compañía.
Y a eso anótele que, muy posiblemente, en el 2025 agreguen más poder a su ya casi invencible ofensiva, si logran hacerse de los servicios de Juan Soto, por el cual están muy interesados.