El acercamiento y diálogo que Saúl Álvarez y el promotor árabe Turki Alalshikh tuvieron en Londres podría tener un final increíble e inédito, pensando en una pelea que pueda acaparar todos los reflectores del planeta. Muchos medios internacionales están apostando a que el combate que clama la afición ya pueda estar cocinándose estando el jeque de por medio.
Álvarez ha puesto sobre la mesa una carta solicitando 150 millones de dólares por enfrentar ya sea a David Benavidez o Terence Crawford, como única condición, cifra que solo Turki podría otorgárselos y que no está muy lejos de que pudiera cristalizarse, lo que convertiría al tapatío en el boxeador mejor pagado en un combate.
Pero, ¿realmente el “Canelo” vale tan descabellada cifra?
Con Crawford luce complicada esa pelea, aun y cuando el estadounidense no deja de inundar las redes sociales retando al peleador mexicano. El combate luce atractivo, pero la razón que se interpone es el peso. Terence está dos divisiones debajo de Saúl y bajo ese renglón surgen las críticas en contra del boxeador azteca, a quien se le ha señalado de sacar ventaja en la mayoría de sus combates,
Crawford tendría que subir dos categorías, se volvería más lento a la hora del duelo y con un Álvarez todavía más pesado, porque nadie le podrá imponer cláusulas de no hidratación a él.
Entre Terence y Benavidez, la afición se inclinaría más por el segundo oponente, porque pelearían en un peso que ambos dominan. Sería un choque más parejo y equilibrado, en el que David traspondría las cuerdas en calidad de fuerte favorito, y eso no son los caminos que Saúl quiere recorrer. Mientras que no exista una ventaja para él, simplemente no hay combate.
Pero con esos 150 millones que pretende obtener bien vale la pena correr el riesgo. Álvarez ganaría en un solo choque lo que le reditúan tres combates con pugilistas de primer nivel.
Mientras que Alalshikh decide abrir su chequera, Saúl habrá de inclinarse por una batalla más cómoda, de esas que no lo sacan de la ruta que tanto ha transitado. Me refiero al enfrentamiento con el cubano William Scull, asignado como retador obligatorio que para Álvarez sería una batalla de rutina, respaldado por los organismos que siempre lo han protegido.
El mundo boxístico estará a la expectativa de lo que suceda en esas negociaciones, en tanto el público le estará exigiendo cada vez más al mexicano que, antes de colgar los guantes, pueda ¡por fin! agregar a su récord personal una batalla que no deje dudas, pero sobre todo, nivelada.