Julio César Urías está nuevamente en el ojo del huracán, como en el 2019. El sinaloense fue arrestado el domingo tras asistir a un partido de Lionel Messi con el Inter de Miami, pasando la noche en una celda de Los Angeles por violencia doméstica según reportan medios y agencias. Esta vez las consecuencias podrían ser más fuertes, como, por ejemplo, perderse de un suculento contrato ahora que irá a la agencia libre.
Hace cuatro años el incidente en el que incurrió le costó desembolsar 20 mil dólares como fianza para abandonar las rejas, y se fue a la congeladora durante 20 partidos. No se sabe con exactitud cuál fue el problema esta vez. La liga, los clubes y el sindicato de peloteros manejan con mucha discreción estos casos.
Urías no estaba teniendo una temporada que se le comparara con la del 2022 en la que fue líder en victorias y efectividad. Aunque debemos señalar que cruzó por una lesión en la espalda que lo hizo perderse entre seis o siete apariciones al montículo. Ese problema en la espalda, su alto porcentaje de carreras limpias y las ocho derrotas, no le estaban ayudando mucho como para frotarse las manos para un jugoso contrato al final de la temporada en la que se agregará a la lista de los agentes libres.
Y a todo eso, ahora, para colmo, surge este problema extra cancha, que para muchos puede influir más que una campaña poca productiva, en sus aspiraciones de alcanzar un millonario contrato en el que muchos consideran que podría coquetear arriba de los 200 millones de dólares.
La violencia doméstica es algo que los clubes no perdonan entre sus jugadores, por muy estrella que sea en el equipo. Desde que la oficina de Grandes Ligas creó en el 2015 esa política, la carrera de muchos jugadores ya no fue la misma, mientras que otros tuvieron que emigrar. El más reciente caso para México fue el de Roberto Osuna, quien al no tener cupo en ninguna organización se vio obligado a refugiarse en la Liga japonesa.
Esa política castiga a jugadores por actos de violencia doméstica, abuso infantil y asalto sexual. Los castigos van desde días de suspensión, multas económicas hasta rescisión de contrato. Se aplica con el simple hecho de que exista un arresto o denuncia, y se otorga un veredicto después de su análisis e investigación. Por vía de mientras el pelotero va a una lista restringida, donde no se le permite jugar ni acompañar al equipo en giras. Urías ya pasó por eso.
Desde que esa política se comenzó a aplicar, han sido 19 los peloteros investigados y sancionados, pero ninguno en par de ocasiones como por ahora lo está viviendo el serpentinero de los Dodgers, que tal vez pudiera ser suspendido por el resto de la campaña por reincidir. Espero equivocarme y no ser ave de mal agüero.
La sanción más fuerte aplicada desde que se instauró ese programa cayó en Trevor Bauer, el año pasado. El comisionado le dictó sentencia de 324 juegos, que equivalen a dos temporadas completas.
Su futuro en la agencia libre tendrá algunas piedritas en el camino. Y tal vez no alcance esas cifras que se llegaron a manejar. Esperemos que no le afecte demasiado y logre lo que alguna vez soñó; convertirse en el jugador, o uno de los jugadores mexicanos, mejor pagados en la historia de las Grandes Ligas.
