El viernes pasado el dólar se cotizaba en 20.26 pesos, lo que significaba la mayor apreciación de la moneda mexicana en las últimas 15 semanas. El peso fue la divisa más revaluada dentro de las economías emergentes. Un día antes, en el Foro Económico Mundial, celebrado en Davos, Suiza, el Presidente Donald Trump en videoconferencia afirmaba: “con México, estamos acordando con México, creo que vamos muy bien”.
Así transcurrió la primera semana de la segunda gestión del presidente estadounidense. No estalló una grave crisis en la relación bilateral, como se venía advirtiendo con alarma. No se cumplieron las graves amenazas que había lanzado en contra de México. No se impuso el arancel de 25% a los productos a los productos importados desde nuestro país; iniciaron las deportaciones de trabajadores indocumentados pero a la fecha no han sido masivas; en la Casa Blanca se firmó un decreto para calificar a los carteles de las drogas como grupos terroristas, pero en ese momento no se señaló concretamente a ningún cartel mexicano.
En estos primeros días no se presentó el apocalipsis. En el balance, ¿qué es lo que se tiene hasta hoy?
El presidente Trump incumplió con su advertencia de establecer aranceles del 25%, a México y Canadá, desde el primer día de su gobierno, que fue el 20 de enero. Pero ese mismo día, por la tarde, reiteró su amenaza y adelantó que aplicará esa medida proteccionista, el próximo primero de febrero. Cualquier cosa pude pasar. El presidente estadounidense es impredecible. Él es un acérrimo mercantilista y cree que las exportaciones son buenas para su país y las importaciones algo que deben limitarse. Su argumento parte de que Estados Unidos está siendo explotado por muchos países, considerando aquí principalmente a China, México y Canadá.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha llamado a pensar con la cabeza fría y los primeros hechos parecen darle la razón. En los temas arancelarios y de complementación comercial nuestro país podría avanzar y ganar más, si se logran acuerdos en materia de migración y seguridad. Sin un anuncio formal de por medio, al parecer el gobierno mexicano de nuevo ha aceptado el programa Quédate en México. Al momento, las deportaciones de los connacionales no han sido masivas y no se han configurado crisis humanitarias en nuestras ciudades de la frontera norte. En este renglón, las estadísticas oficiales muestran que con los presidentes demócratas, Clinton y Obama, las deportaciones promedio fueron más altas.
En los últimos días, los mensajes de la presidenta Sheinbaum han sido claros y reiterativos: México va a coordinarse con Estados Unidos. Sin duda, la posibilidad de que los gobiernos de Trump y México avancen en la ruta del diálogo y el acuerdo será realmente favorable. Ya veremos que resulta de las negociaciones entre los equipos gubernamentales de ambos países.
