Desde luego que hay oposición en México. Así lo consignan las manifestaciones en defensa del INE organizadas en el pasado reciente. Es preciso entender a la oposición a cualquier grupo social o individuo que no comulgue con las ideas del régimen. Oponerse al poder y sus ideas sigue estando presente en gran parte de la sociedad mexicana; por otro lado, entender a la oposición a los partidos políticos contrapuestos a MORENA y al gobierno es tener la mira muy corta.
Para efectos prácticos tendremos que separar la oposición en dos subconjuntos: la oposición formal y la oposición informal. Entendamos a la oposición formal a toda aquella agrupación que se encuentra trabajando en el marco institucional de nuestro Estado. En pocas palabras, los partidos políticos, grupos parlamentarios y militantes partidistas. En la oposición informal debemos considerar a agrupaciones sociales, ciudadanos sin partido, algunos elementos de otros poderes (el judicial, por ejemplo) y activistas de diferentes causas.
Dentro de la oposición formal, evidentemente los dirigentes de los partidos opositores son una nulidad. Alito Moreno y Marko Cortés son una tragedia andando. A lo único que representan ese par es a una banda de gañanes en busca de huesos eternos. Les da igual el futuro del país mientras ellos permanezcan con el usufructo de las migajas. Dante Delgado del MC es un cacique perpetuado en una franquicia. Pretende convertir a Movimiento Ciudadano en un partido moderno, pero atado a sus designios anacrónicos. Del PRD ni hablamos (dejará de existir en el momento que termine de leer estas líneas).
La oposición plena no está encabezada por los partidos políticos. Mucho menos está aglutinada en torno a personajes de esos organismos. La oposición en México está viva en la suma colectiva de una mayoría silenciosa. A diferencia de lo que algunos creen, la oposición no ha necesitado liderazgos individuales para fortalecerse; al contrario, en el momento que algún personaje alza la voz para encabezar el movimiento en es momento la muchedumbre se dispersa.
La verdadera fortaleza de la oposición radica en su apartado informal. Evidentemente hubo liderazgo al momento de organizar las protestas multitudinarias a lo largo del país en defensa del INE, pero no se le puede atribuir a nadie en específico. Es un liderazgo compartido por decenas o cientos de personas. Ese debe de ser el camino de la oposición. Olvidar ungir al mesías y construir una narrativa colectiva.
Los tradicionalistas y puristas de la estrategia política consideran que, eventualmente, la oposición necesitará a una figura que encabece el movimiento. Tienen razón, pero únicamente en la parte formal. Es necesario contar con un mono o mona que aparezca en las boletas para representar el movimiento.; sin embargo, la construcción de un verdadero movimiento social contrario al régimen puede considerar la inexistencia de un líder monolítico. En México y en el mundo existen casos de éxito de agrupaciones o hasta gobiernos con liderazgos compartidos que someten a los deseos y tentaciones de los y las lideres “carismáticos”. Algunos de estos ejemplos son los gobiernos escandinavos y localmente existen decenas de comunidades que operan sin problemas en nuestro país sin la preponderancia de un individuo.
El régimen del actual gobierno no está creciendo en adeptos. Las encuestas y votaciones recientes así lo demuestran. En Tamaulipas hubo una elección extraordinaria para elegir a un senador. Los resultados muestran un triunfo contundente de MORENA, pero tenemos que revisar el resultado con ojo crítico. El apartado que congregó mas votantes fue el de la abstención. Lo mismo ocurre en otras elecciones locales: la abstención está creciendo de manera considerable.
Si bien, el aumento en la abstención podría ser considerado como un elemento de confianza a las políticas del actual régimen, también podría ser tomado como la señal de un cansancio en las propuestas políticas. La oposición informal tiene más presencia entre esos miles de personas que se abstienen que cualquier individuo dentro de la oposición formal.
Para desgracia de la oposición informal, tarde o temprano tendrá que acudir a la oposición formal para hacer frente al régimen. El reto radica en desplazar a los dirigentes burocráticos guardianes de la boleta para construir una oposición completa. Hay oposición en México. Está articulada. Por desgracia, no parece que tengan el talento o la visión para construir algo más allá de las miserias personales de unos cuantos políticos de ambición pequeñita.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿Gusta más de una oposición informal o prefiere navegar con la oposición formal?