La renuncia de Sergio Torres Félix a la Secretaría de Pesca y Acuacultura de Gobierno del Estado y en los hechos a su partido, el PRI, no generó sorpresa. Solo vino a confirmar lo que desde hace tiempo se daba por un hecho.
Sencillamente le quedó claro que dentro del PRI no tenía la más mínima posibilidad de cumplir su sueño de convertirse en candidato a gobernador, por lo que tenía que buscar otras opciones.
Es explicable, pero resulta difícil de entender, que alguien que dentro del priismo y de gobiernos priistas ha logrado tanto, en un momento decida dejar todo. Pero está en su legítimo derecho.
Fue funcionario y alcalde del Ayuntamiento de Culiacán, diputado federal, diputado local, dirigente municipal del PRI y titular de una Secretaría de Gobierno del Estado. Pero tampoco la gratitud es algo que tenga prioridad sobre la conveniencia en la política.
Creo que la renuncia al cargo debió darse antes. Su discurso como funcionario estatal en contra de las políticas del gobierno federal era evidentemente discordante con el del propio gobernador Quirino Ordaz Coppel. Su permanencia en el gabinete estatal era hasta incómoda en los últimos tiempos.
El carácter entrón, retador y fustigante de Sergio Torres ante el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador y funcionarios de la llamada 4T también desentonaba en el PRI, que ha sido una oposición pusilánime y simplona al momento de encarar sus dichos y acciones.
El partido Movimiento Ciudadano le ha abierto las puertas para que sea su candidato al gobierno de Sinaloa. Nada tiene que perder, y sí mucho que ganar, un partido que en el proceso electoral de 2018 en Sinaloa obtuvo 1.95 porciento de la votación total emitida.
La coincidencia del discurso de Torres Félix con el de MC es evidente, pero la empresa que tiene es muy difícil.
Se ve muy empinada la cuesta, muy incierto el futuro del proyecto, pero además habría que ver de qué tamaño es el boquete que esta decisión le abra al priismo estatal.