El Reporte Global de Riesgos 2023 señala un aspecto fundamental en cuanto a la pérdida de la privacidad y los derechos digitales. Si bien, las herramientas digitales, en cuanto a las aplicaciones de inteligencia artificial, cada vez serán más sofisticadas, la computación perimetral interoperable, el internet de las cosas y las tecnologías autónomas apuntalan el funcionamiento de las ciudades porque desempeñan un papel clave en el desarrollo de soluciones resilientes para las crisis del mañana.
Junto con estos avances, también se plantean nuevos desafíos para los países que intentan gestionar un mundo físico existente y este mundo digital, el cual va en constante y rápido desarrollo.
Entre los retos más importantes está el ciberdelito que amenaza la seguridad como un nuevo participante dentro del top 10 de clasificaciones más graves para la próxima década.
En lo que se refiere a la actividad maliciosa en el ciberespacio hay que advertir que está creciendo considerablemente, con ataques cada vez más agresivos, más sofisticados, tanto que es considerada una amenaza persistente por parte de las personas encuestadas en este informe.
Ante la existencia de dispositivos con recopilación de datos y tecnología de inteligencia artificial, por lo que, se advierte de nuevas formas de control sobre la autonomía individual.
Las personas están expuestas al mal uso de sus datos, por parte del sector público y privado por igual, porque van desde la discriminación de sectores vulnerables hasta el control social de armas biológicas potenciales.
Se advierte del riesgo en aumento del uso indebido de datos personales en mecanismos legales legítimos, con lo que se debilita el derecho humano a la privacidad, incluso en regímenes considerados democráticos y regulados.
Se observa también el riesgo en cuanto a las incursiones legales en la privacidad motivadas por considerase riesgos de seguridad pública y prevención del delito, como respuesta a un mejor desarrollo económico y mejor salud.
La privacidad de los datos personales está sometida a una presión cada vez mayor por preocupaciones de seguridad nacional, argumentando también la protección de sociedades, al estado y el deseo de ganar ventajas tecnológicas, económicas y competitivas.
El derecho a la privacidad en cuanto a la información sobre individuos incorpora dos elementos clave: El derecho de no ser observado y el derecho a controlar el flujo de información cuando se observa. Es decir, a medida que se obtienen más datos recopilados y el poder de las tecnologías emergentes aumenta durante la próxima década, las personas serán dirigidas y monitoreadas en un grado sin precedentes, a menudo sin anonimato o consentimiento.
Las tecnologías de vigilancia son cada vez más sofisticadas para recopilar y analizar datos. Un ejemplo de ello son la identificación biométrica en tecnologías, son riesgos potenciales en cuanto a privacidad y libertad de movimiento, algunas empresas están regulando la venta de reconocimiento facial a las fuerzas del orden y el uso de esta tecnología en espacios públicos se enfrenta a una próxima prohibición en la Unión Europea.
Otras de las preocupaciones se extienden al uso de tecnologías biométricas para analizar las emociones, los chatbots, una herramienta de inteligencia artificial que recopilan gran cantidad de datos personales para funcionar con eficacia.
En lo que se refiere al tema de trabajo desde casa, que se aceleró durante la pandemia, ha permitido llevar el seguimiento de trabajadores a través de cámaras, monitoreo de pulsaciones, teclas, software de productividad y grabaciones de audios, que son prácticas permitidas en algunos casos dentro de las legislaciones pero que recogen datos confidenciales.
Por todo lo anterior, es necesario incorporar estos temas al debate en la academia, sector público y privado y personas interesadas en perfeccionar desde la parte legal, el impacto social y económico.
Se dice que cuando la aplicación es gratis el producto es quien lo utiliza: Estamos ante una de las fuertes amenazas de este siglo, la pérdida de la privacidad y el uso de datos personales.
Por ello vale la pena preguntarnos ¿Quién es el encargado de protegernos?, ¿La responsabilidad recae en la familia? ¿En quién educa?, ¿En quién gobierna? ¿O acaso es una responsabilidad compartida de una sociedad globalizada con la utilización de la tecnología y ante la revolución industrial de este siglo?
Nuestras vidas serán digitalizadas cada vez más a lo largo de la próxima década, nuestra experiencia cotidiana será grabada y comercializada a través de internet habilitado en dispositivos, con infraestructura más inteligente y ciudades inteligentes, de forma pasiva, penetrante, persistente de observaciones en red, que ya se están utilizando para crear perfiles específicos y que será mejorado por el metaverso, que podría rastrear datos aún más confidenciales como los faciales ya mencionados anteriormente, además de expresiones, marcha, signos vitales, patrones de ondas cerebrales e inflexiones vocales.
Fuente: https://www3.weforum.org/docs/WEF_Global_Risks_Report_2023.pdf
