Culiacán, Sinaloa.- Otra vez, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (la Condusef, que en la gran mayoría de los casos está casi pintada), informó que, nada más en el primer trimestre de este año se presentaron “un millón y medio de reclamaciones de los clientes” (bancos).
Los que acumulan más quejas son HSBC, Scotiabank e Inbursa, pero en realidad ninguno de los demás escapa a las justas reclamaciones de clientes.
El hecho es que los bancos en México siguen gozando de privilegios, abusan de los clientes, imponen condiciones que en otros países están prohibidas, y lo mismo pasa con aseguradoras, telefónicas, afores y más.
Esa es una asignatura pendiente para el actual gobierno y mientras no los ponga en orden opera como cómplice, sin asomo de duda.
EL INEFABLE IMSS
Correos recientes se refieren al lamentable estado del servicio que se presta en el IMSS, cuyos desfases, insuficiencias y tardanzas para atender lo urgente y necesario ponen en riesgo a los “derechohabientes” y deshumaniza una función, la de atender la salud del prójimo, cuya esencia debe ser recuperada.
No es un problema de discurso: tales cuestiones están a la vista y se necesitaría ser un necio, o no tener el mínimo sentido de la proporción, para dejar de reconocerlo.
Lo que procede, entonces, es actuar con seriedad y honestidad para corregir las cosas.
Ahora bien, a las carencias de base, para emplear la jerga técnica, que son muchísimas, se suma una hipertrofia administrativa que sobre burocratiza cualquier trámite o gestión.
En la de malas, quizás habrá quienes encuentren que la “salida” está en la privatización del servicio médico, lo que ahora reclaman quienes ahora, con el pretexto de la pandemia, abultan sus bolsas. Eso es lo que han impulsado no pocas instancias de la representación empresarial privada.
PROMOTORES
En la práctica, es un hecho, son los propios prestadores del servicio médico quienes promueven la privatización.
De común ligados a clínicas, laboratorios y hospitales privados (muchos, al tiempo que laboran en el IMSS, ISSSTE, Hospital General y demás, son también empleados o socios del sector privado del ramo) “recomiendan” acudir a otros lugares donde, obviamente, se pagará cuantiosamente por lo que, se supone, el sector público de la salud debería brindar.
Lejos, ausente, la tradición de Hipócrates y Galeno. Cerca, muy cerca, la lógica de la ganancia con el “negocio” de la salud. En fin.
PARA FRENAR LA CARESTÍA
Hace unos días, en su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que, con el fin de poner un alto a los infames aumentos en el costo del gas licuado de petróleo (LP), se creará una empresa pública dependiente de Pemex para distribuir cilindros de ese combustible a precios bajos.
Se espera beneficiar a las familias más pobres de la Ciudad de México, contrarrestando los injustificados incrementos en el costo de ese insumo. Son cinco empresas las que distribuyen casi la mitad del gas LP en todo el país y, en obvio, obtienen cuantiosas ganancias.
Lo mismo se hará, dijo AMLO, con el gas natural, del que se tienen excedentes “porque una de las transas que hicieron (en sexenios pasados) fue comprar gas al por mayor” para alimentar termoeléctricas que no existen.
Como se esperaba, empezaron a protestar los negociantes del llamado “cartel gasero”, a los que hay que investigar, por cierto.
EN EL TINTERO
-La encarcelación masiva en Estados Unidos, un “negocio redondo”, es también “una supresión desde donde se controlan los votos latinos y afroamericanos en la política”, declaró a La Opinión, de Los Ángeles, California, el pastor Walter Contreras, vicepresidente de la Coalición Nacional Evangélica Latina, que agrupa a más de tres mil congregaciones e instituciones.
-Este escribiente tiene años publicando, en este medio, y también en algunos de los llamados “nacionales” (de la CDMX, pues) que sin solución alguna (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente. Al respecto, sólo la desvergüenza oficial.