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Mazatlán: La rapiña

Se fue el Químico, pero no al exilio. En un inesperado giro de la historia, el ex alcalde mazatleco fue integrado al gabinete del gobernador Rubén...

Juan Ordorica
Juan Ordorica | Analista y columnista Línea Directa

Se fue el Químico, pero no al exilio. En un inesperado giro de la historia, el ex alcalde mazatleco fue integrado al gabinete del gobernador Rubén Rocha Moya. La política nos enseña una vez más que la ley es una simple compilación de buenos deseos que se negocia a fin de satisfacer los intereses del Poder. Seguramente el gobernador tampoco quería este final, pero el Químico acudió a la ayuda bíblica del versículo Mateo 8,8 y una llamada de Palacio Nacional bastó para salvarlo.

Luis Guillermo Benítez llevaba el mismo rumbo que el defenestrado Jesús Estrada Ferreiro; sin embargo, al parecer, el teléfono del Químico sí tuvo la suerte de ser contestado en la Ciudad de México. Ambos tienen en común estar acusados por ejercicio indebido de funciones; los dos están acusados por la Fiscalía al presentar irregularidades en el manejo del erario; la pareja de morenistas tiene propensión a inflar el ego de manera obsesiva y los ex alcaldes desafiaron al máximo Poder local creyendo que la amistad con López Obrador era superior a las reglas no escritas de la política: los dos se equivocaron, pero uno recibió un salvavidas, el otro seguirá penando en los juzgados. Todo parece indicar que el Químico era más amigo del presidente de la república.

La política mazatleca es kafkiana. Algo tiene el agua en el puerto que convierte a los exalcaldes en objeto de la discordia. Dicen que sin mitote no hay carnaval; lo mismo sucede en política: si no hay polémica y desorden no son alcaldes mazatlecos. Para muestra el más reciente episodio.

Luis Guillermo Benítez terminó siendo jefe de su doblemente adversario en las urnas y predecesor, Fernando Pucheta. Los dos ex alcaldes estuvieron a punto de trabajar de la mano. Uno le quitó el puesto al otro.  El Químico en más de una ocasión culpó a las administraciones anteriores de las carencias en al municipio. Pucheta fue el único que mostro dignidad en toda esta charada. Decidió renunciar. La vida es la mejor escritora de comedia y la política es el subgénero más aplaudido del absurdo.

Tras la salida de Benítez Torres se abrieron las jaulas de la fauna de animales de rapiña: zopilotes, hienas, buitres y hasta ratas se quisieron sumar al festín del botín de la alcaldía del puerto. La segunda ciudad más importante del estado por población y presupuesto es un jugoso botín para los políticos. Una segunda alcaldía plurinominal se abría en Sinaloa; todos querían aprovecharla. Edgar González terminó por quedarse con los restos suculentos de la presa.

El nuevo alcalde de Mazatlán no es un improvisado; tampoco es la reencarnación de Churchill. Ya fue alcalde por el municipio del Rosario y diputado local. Militó en el PRD y también compitió por las siglas del PAN para alcanzar una diputación.

La fortaleza de Edgar se encuentra en su personalidad. Cae bien y es de buen trato; por otro lado, la debilidad de González radica en su capacidad de administración. En su paso por el Rosario dejó demasiadas obras inconclusas y una larga lista de pendientes. Tuvo algunos problemas con el pago adelantado a proveedores que no concluyeron las obras del mercado municipal entre otras cosas. Solventó las auditorias, pero requirió mucho apoyo para poner en orden sus cuentas. Tal vez aprendido la lección y ahora sea un mejor administrador.

Hubo varios derrotados en el duelo de la rapiña. Alejando Higuera intentó hacer diabluras para quedarse una cuarta vez como alcalde. No lo consiguió, pero estuvo muy cerca. Más de lo que muchos hubieran apostado. El derrotado mayor fue Ignacio Mier, líder de la bancada morenista en San Lázaro. Ignacio Mier es una de las figuras más importantes de MORENA a nivel nacional. Varias fuentes aseguran que existía un acuerdo previo para que la administración de Mazatlán fuera a parar en manos de Flor Emilia Guerra, actual secretaria de pesca del gobierno del estado de Sinaloa. Y una de las personas que pertenece al equipo del legislador. Emilia Guerra fue la favorita en las apuestas, pero se quedó en el camino. Seguramente esto tendrá consecuencias en las relaciones políticas con sus respectivos reacomodos.

Edgar González no tiene pretexto. Recientemente era el secretario del Ayuntamiento en Mazatlán. No hay curva de aprendizaje para él.  La comedia sigue. Al mismo tiempo tendrá que gobernar y ayudar en las investigaciones en contra de su ex jefe (la fiscalía sigue con el proceso). En algún momento tendrá que mostrar con quien está su lealtad: con los mazatlecos, con su grupo político o con su ex jefe.

¿Usted qué opina amable lector? ¿Tiene el beneficio de la duda el nuevo alcalde? ¿A quién terminará por ser leal Edgar González?

 

 

 

Fuente: Internet

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