Platicaban animosamente dos individuos mientras degustaban un rico guiso que al parecer la señora de alguno de los ellos, le había preparado al salir de su casa con rumbo a su trabajo.
Supuse, asimismo, al observar la escena, que se trataba del lunch que como buenos compañeros de trabajo, los tipos estaban compartiendo.
Descansaban y comían los hombres a la sombra de un arbolito, y quise entender que se estaban tomando su tiempo para el almuerzo mañanero del jornal del día.
La bolsita de plástico de una tienda OXXO en que la amorosa esposa había depositado un pequeño refractario de plástico donde venían los huevos revueltos, estaban a la vista.
El empaque de papel en que venían envueltas las tortillas, había sido colocado sobre un cartón con el logotipo de las pinturas Berel, que hacía las veces de una pequeña mesita.
Y desde luego, pude ver los infaltables refrescos de la marca Coca Cola con que los dos tipos empujaban el bocado del alimento hacia la región estomacal.
El cuadro era para una fotografía de concurso, pero la charla que sostenían era también imperdible.
“No te puedes perder esta interesante charla”, me dije, cuando al pasar por donde los tipos degustaban su almuerzo, pude escuchar lo que uno de ellos comentaba.
“Sí cabrón, como te decía, parece ser que ahora sí se murió el viejo, y no me lo creas a mí, pero dice la gente que lo mató su propia familia”, arengaba el sujeto aquel.
Atragantado con las sopitas con huevo que sabrosamente consumía en aquel improvisado reservorio gastronómico, el tipo seguía hablando.
“Así como lo oye mi compa, se chingaron a don Primitivo Prieto, el viejo que mucha raza decía, que iba a durar más tiempo que Chabelo”, detalló aquel hombre, que luego supe era parte de una cuadrilla de albañiles que trabajan en una obra de construcción.
Aceptando que mitotero soy, he sido, y seré, debo también informar, que tras captar el interesante mitote, le metí freno de mano a mis piernas, y fingí enseguida que me avocaría a amarrar bien el cordón de uno de mis zapatos.
Ocupado aún en la labor de arreglar el supuesto desperfecto de mi calzado, pude escuchar algo que atrajo aún más, mi atención.
“Fíjate wey, dijo el de la narrativa, que mi compadre ‘buchi de gato’ ya me había platicado que el viejo desde hace tiempo estaba muy delicado de salud, y que no tardaría en morirse, pero la neta no le creí”.
Pero ¿qué no me acabas de decir que su propia familia le dio “matarile”?, pregunta el segundo albañil.
Bueno, sí, responde el de la voz cantante, literalmente lo mató su familia, pero de abandono, de dolor de la traición, por el olvido de sus consejos y lineamientos de vida.
Ya entrado en detalles, agrega… “Lo mataron la hipocresía, a la ingratitud y deslealtad, la ambición y las grandes disputas por el capital que el viejo logró construir durante su larga vida.
“Pobre ‘ruco’, debe ser triste morir en esa circunstancia, después de haberle dado tantos beneficios y privilegios a su raza”, expresó su interlocutor, al tiempo de empinarse el refresco y saborear el último trago de la botella.
Horas después, tras empezar a observar videos, fotografías, textos y crónicas de un evento que se registró ayer mismo en el Congreso del Estado, no pude menos que reflexionar entre la historia, que de manera breve le escuché narrar al albañil, y lo que ocurrió al seno del recinto legislativo.
La presencia, durante la mañana de ayer, en el Palacio legislativo del secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López, nos deja una lectura muy clara: la debacle del PRI Sinaloa.
Pocas veces tenemos la oportunidad de ver una mezcla tan evidente de la desfachatez, cinismo, desvergüenza y oportunismo, entre las personas.
Aunque claro, no estamos hablando de personas comunes y corrientes, hablamos de políticos de carrera y supuesta vocación partidista, y en esa tesitura, en la actualidad vemos que sí es posible que se den este tipo de comportamientos.
Adán Augusto López, uno de los allegados al presidente Andrés Manuel López Obrador, es parte de la clase política que al PRI le arrebató el poder, y ayer, los vencidos, lo vitorearon y se disputaron el derecho a tomarse una foto a su lado.
Otros se conformaron con sólo recibir el regalo de una sonrisa, un saludo o una breve palmada del alto funcionarios.
Al observar las fotografías, me pareció estar viendo algún documental del canal de televisión “ANIMAL PLANET”, y comparar la manera en que las hienas y buitres esperan que los leones o leopardos, les permitan alcanzar algún trozo del botín, para saciar su insaciable apetito.
Independientemente del agravio del comparativo, la realidad vivida hace unos días en Culiacán, no deja lugar para la duda: Adán Augusto, quien es además una de las llamadas “corcholatas” de AMLO, vino para atestiguar el funeral del PRI y dejar la evidencia, ahora sí contundente, respecto a quienes son los aliados políticos de MORENA, su partido.
Personajes que antes dieron vida, lustre, y gloria al partido tricolor, ayer sonreían y abrazaban a quienes en el escenario de la lucha política, tendrían que ser sus grandes adversarios.
Insisto en mi hipótesis: el PRI no murió de viejo; murió del abandono y la traición de sus “hijos, nietos, bisnietos y tataranietos”.
Y en Sinaloa, el gobernador del estado, Rubén Rocha Moya, se convirtió de hecho, en el último clavo del ataúd que vendrá a guardar los restos de ese legendario ente político llamado PRI.
Por cierto, ayer en el Congreso del Estado hasta con un distinguido miembro de la iglesia se contó para efectos de celebrar de manera literal, la misa de cuerpo presente del instituto de los tres colores.
Ahí estaban presentes muchos de los “dolientes” del finado, y paradójicamente abrazados y “consolados” en su pena por sus propios sepultureros… Ya acabé…Nos veremos enseguidita.