Culiacán, Sin.- En reciente misiva, un asiduo lector plantea una cuestión que ya hemos abordado aquí pero que no está demás reiterar.
En efecto, si nos atenemos a sus resultados evaluables, a lo positivo y recuperable de una función designada, tanto la llamada Laipes (Ley de Acceso a la Información Pública del Estado de Sinaloa) como su producto, la Ceaipes (Comisión de Acceso a la Información Pública del Estado de Sinaloa) resultan irrelevantes. Más aún, innecesarias, además de dispendiosa esta última.
¿Qué se ha corregido en la opacidad con que se maneja el uso de los recursos públicos? ¿Se ha superado la negativa a informar con verdad y rectitud, además de oportunidad y respeto a los medios, desde la oficialidad?
Desde la forma misma en que se trata por esos lares a la prensa crítica (la que no está en la lista exclusiva de amigos, cuotas y cuates) se puede adelantar lo que sucede con sus “altas tareas” que, a la postre, no pasan de la faramalla, la simulación y la negación de una función que, aunque meramente accesoria en una sociedad de veras civilizada (con el cumplimiento de las leyes basta) en algo podría recibir indulgencia.
ES UN DERECHO CONSTITUCIONAL
Hemos dicho y argumentado, sin que hasta ahora haya respuesta valedera, que la tal Laipes es innecesaria, así como la derivada comisión, pues bastaría con aplicar las anteriores leyes vigentes, a secas, a todo aquel funcionario que niegue información que está obligado a proporcionar y sancionar, en serio, a quien no diera cuenta clara y puntual del uso de los recursos públicos a su cargo.
Es una cuestión de sentido común. Pero se hizo la citada Laipes, pagando caras asesorías y creando después aparatos burocráticos que, a la postre, como ya se ha visto, se han convertido en obstáculos para un efectivo acceso a la información pública que las instancias oficiales están obligadas, con Laipes o sin Laipes, a proporcionar.
OPACIDAD Y SIMULACIÓN
La Ceaipes, desde su creación, no pasa de ser un aparato burocrático, a más de oneroso, que en lugar de contribuir a lo que, se supone, es su cometido, se ha convertido en un verdadero obstáculo en la búsqueda de información fidedigna y veraz de los movimientos que la oficialidad hace y que están bajo sospecha fundada de turbiedad.
La información pública debe estar a la mano de cualquiera que la solicite, sin ningún tipo de trámite, como lo manda la Constitución, y para evitar que así sea está la tal Ceaipes.
Así las cosas, con Laipes y Ceaipes, la opacidad y la simulación, siguen. Sin solución de continuidad.
METROPOLIZADOS
Hace unos días, un colega de la CDMEX, dijo al columnista que en la “provincia” (como llaman ellos a los estados del país) nos quejamos mucho de los “chilangos” que nos llegan, pero que con los “metropolizados” que se van e instalan en el Distrito Federal salimos debiendo.
De entrada aclaré, por mera necesidad argumental, que entre quienes dejan su estado para ir a la capital del país muchos lo hacen de manera obligada (independientemente de otras cuestiones) pues este país sigue siendo centralista.
Luego la conversación derivó a una interrogante que me parece de mayor relevancia: ¿los llamados “metropolizados” aportan beneficios tangibles, evaluables, a sus lugares de origen? Una respuesta negativa, global y tajante, coincidimos, sería casi seguramente injusta o, cuando menos, excesiva.
Sin embargo, parece claro que las motivaciones de quien deja su estado, por lo general son de orden personal, privadas; se van en busca de mejores condiciones, de movilidad social y de éxito (lo cual es legítimo).
Lo que procede, en todo caso, es evaluar el beneficio de cada quien (sobre todo de los políticos) y en eso coincidimos.
EN EL TINTERO
-Imparable la llamada “guerra sucia” a unas semanas de la elección. Necesario insistir: quienes acusan y señalan están obligados a probar. Si no lo hacen son irresponsables charlatanes y, además, cometen un delito.
-Diez de mayo, muchas felicidades. Que sea de las madres y no el pretexto. ([email protected]).