Oliver Pérez se ha convertido en un referente del béisbol en México y su natal Sinaloa. El ex ligamayorista tiene un lugar asegurado en el Salón de la Fama de Monterrey casi en automático dentro de cinco años, porque ese ingreso se lo darán sus 20 temporadas jugadas en el mejor béisbol del mundo, marca de la cual ningún otro pelotero puede presumir en nuestro país.
El zurdo fue inmortalizado en su natal Culiacán hace dos años, y apenas hace unos días el municipio también anunció que perpetuará su nombre con una calle aledaña a las instalaciones de la Liga Culiacán Recursos, el circuito donde este gran lanzador comenzó su proceso que más tarde lo llevaría a vestir varias camisetas en Estados Unidos.
Pérez será el primer jugador profesional de la capital sinaloense en recibir tan honrosa distinción, pero el segundo en la historia, después de otro inmortal como Francisco Estrada, el hombre que cinceló brillantes hazañas jugando y dirigiendo a los Tomateros. El nombre del Paquín lo lleva precisamente una pequeña calle que topa con las instalaciones de la Liga Culiacán AC.
Y respecto al reconocimiento anunciado por el Ayuntamiento de Culiacán en una decisión aprobada por el cabildo, vale la pena señalar que hace algunos años se propuso –o se intentó- convencer a los regidores de que tomaran en cuenta a quienes hoy forman una amplia familia en el Salón de la Fama de Culiacán.
Allí existen muchos elementos que pusieron muy en alto el nombre de la capital sinaloense y el estado mismo, con méritos suficientes como para que algunas calles de la ciudad reciban ese bautizo que los inmortalice todavía más.
Imagínate que alguien te diga que vive por la calle “Benjamín (Chivas Farber) Iriarte” entre Rubén Camacho y Juan Manuel Ley, solo por citar un ejemplo. Este es un tema que vale la pena volver a poner sobre la mesa, de la misma manera como lo hicieron con Oliver Pérez, guardando desde luego las proporciones.
El Salón de la Fama Municipal tiene de todo y para todos. Nada se pierde con intentarlo de nuevo, con volver a levantar la mano y dejar la propuesta sobre la mesa. En muchas colonias y fraccionamientos abundan nombres de plantas, flores, planetas, ríos, ciudades, etc. Nada de eso honra y distingue las glorias y hazañas de esos deportistas, directivos y por qué no, de periodistas.
Cuestión de pensarlo bien, porque vale la pena inmortalizar a un inmortal con el nombre de una calle.
Ahí se los dejo.
