Los textos de Julio Scherer son de una vigencia asombrosa. Nada le fue ajeno: los nacionalismos, el populismo, las dictaduras, el nazismo, las posguerras, el racismo, los agravios de China con Estados Unidos. En los últimos meses la editorial Grijalbo publicó un libro que es una antología de artículos y entrevistas que hizo Julio Scherer, lo tituló: Periodismo para la historia.
Sometió a proceso periodístico a los protagonistas de los hechos: Martin Luther King, Robert Keneddy, Fidel Castro, Pinochet, Diego Rivera, Arthur Miller, Siqueiros y Goitia.
No hubo presidente de su tiempo que quedara a salvo. Desde los tlatoanis priístas hasta los pragmáticos prianístas de la fallida transición democrática.
Con el nobel de literatura Octavio Paz dialogó sobre la relación con el poder y de los intelectuales, de los colaboradores y los críticos del poder. También, del ejercicio del periodismo libre tras el golpe de Luis Echeverría al periódico Excelsior que dirigía Scherer. De la felonía nacieron el semanario Proceso y la revista Vuelta del autor de Posdata y del Laberinto de la Soledad.
En una entrevista que Julio Scherer le hizo a Octavio Paz, texto que fue publicado el 18 de octubre de 1993, Julio Scherer le pregunta a Octavio Paz:
Julio Scherer: Nuestra amistad prendió hace 25 años, en la matanza de Tlatelolco y tu renuncia como embajador en la India. Yo trabajaba en Excélsior y te propuse la dirección de una revista a la que pondrías nombre, sello y contenido (Plural, antecedente de Vuelta). Fue una época difícil, el gobierno hostil a tu presencia. ¿Qué es hoy del tiempo ensangrentado de Díaz Ordaz y qué de tu vida de entonces?
Octavio Paz: Evocas mi regreso a México en 1971, después de 12 años de ausencia. Aunque en octubre de 1968 había dejado la Embajada de México en la India, no creía que fuese cuerdo volver al país inmediatamente.
En octubre de 1969 pronuncié una conferencia en la Universidad de Austin que, ampliada, se trasformó en un pequeño libro: Posdata (1970). En sus páginas sostenía que la salida de la crisis histórica que vivía México no era la revolucionaria que proponían los líderes estudiantiles y la mayoría de la izquierda, sino la instauración de una verdadera democracia.
El sistema daba un poder inmenso al presidente, pero lo limitaba a un periodo de seis años; un organismo impersonal. Afirmé que después de 1968 esta situación de excepción no podía prolongarse más sin peligro de estallido o de recaída en una franca dictadura. La opción histórica consistía en elegir entre la democracia y la dictadura.
La izquierda hablaba de democracia, pero para ellos era un medio subordinado a la acción revolucionaria, es decir, era una táctica, no un fin en ella misma. La democracia era un episodio de la lucha de clases, un escalón en el camino hacia la toma de poder.
Julio Scherer: Tú interés por la política no se compagina con tus críticas contra el arte comprometido e ideológico, contra Rivera y Siqueiros, de Neruda y de Alberti…
Octavio Paz: En todas las épocas ha sido parte de la filosofía: piensa en Confucio, en Aristóteles o en Tomás de Aquino. Esto es particularmente cierto en la edad moderna. A mi juicio, lo que distingue a la modernidad de los otros períodos históricos es la preeminencia de la crítica. Somos los hijos -no siempre fieles- de la ilustración, de Hume y de Kant, de Rousseau y de Diderot.Somos lo que somos gracias a estos padres de la modernidad. La democracia moderna nació de la crítica; a su vez, la crítica necesita, para desplegarse, de ciertas condiciones políticas y sociales: la libertad de expresión y de reunión, la de imprimir y difundir lo impreso, etc. La crítica contribuyó poderosamente al nacimiento de la democracia; al mismo tiempo, sin la democracia no existiría la crítica. La democracia es su creación y ella es su escritura. El tema de la crítica -nota definitoria de la cultura moderna- nos lleva al de la democracia. Democracia sin libertad de crítica no es democracia.
Para la elaboración de este artículo se consultó la entrevista que Julio Scherer hizo a Octavio Paz, el 18 de octubre de 1993 y que fue publicada por la revista Proceso, y el número de Proceso, Scherer Testigo de la historia, de enero 2025.