Arrancó la final por el título de la Liga JAPAC de Beisbol clase abierta de este 2024, donde la atención se centraba más en ver si los Rangers de Gapsa eran capaces de asestar un batacazo más allá de lo que les pudiera redituar su victoria y la corona. Y no, cuando menos en el primer encuentro ni la sorpresa se dio, aunque estuvieron demasiado cerca.
Es increíble como ese equipo se levanta como el ave fénix para seguir volando, como protegidos celestialmente cuando sobre el camino se cruzan con terrenos escabrosos.
Bien me comentaba el amigo y compañero Capi Maldonado, que para superar a Japac se necesita no una gran ventaja, sino mucha suerte. Las frases de Edgar las conocemos no de ahora, sino desde hace bastante rato, cuando este conjunto se diseñó como una máquina destructora y procesadora de triunfos.
Desde el 2015 a la fecha, no existe un equipo que sea considerado gran favorito incluso antes de arrancar la campaña como la escuadra anfitriona.
“Este 5-0 (quinta entrada) se me hace muy poco para que puedan ganar”, decía luego de que Gapsa se puso adelante con esa pizarra para sorpresa de más de tres centenares de espectadores presentes en el desafío. Y el Capi terminó teniendo la razón, como la tienen también todos aquellos que siempre han señalado que para arrebatarles un título no bastan a veces ni diez carreras.
A veces daba la impresión de que Japac jugaba bastante suelto, sin presión, y que, llegado el momento, ¡pum!, lanzaran sus misiles para cambiar la fisonomía y ruta de un juego. Así parecía estar diseñado este juego, como otros más que les hemos visto en los últimos torneos.
Los Rangers la tuvieron, era suya y la dejaron ir, como dice un icónico narrador de futbol.
Cuando se vieron obligados a meter el brazo y hacer sonar sus bats, simple y sencillamente cambiaron todo, hasta los rostros alegres de decenas de
seguidores de Rangers, que hasta ese quinto episodio soñaron con volverles a repetir la dosis de vencerlos, como lo hicieron en el calendario regular donde su única derrota de Japac fue ante Gapsa al arrancar la segunda vuelta.
Y ya una vez con la presa en la mira y al alcance, bastó un swing de Alan Osuna para clavarles en la sexta entrada ese clavo que selló el ataúd: un jonrón de dos carreras, con la etiqueta del pelotero y marca de la casa. Osuna fue la figura del partido colocándose sobre el plato, haciendo valer su gran calidad y, por qué no, hasta de un jugador fuera de serie para este circuito, con ese vuelacerca de línea que se perdió en el horizonte por el jardín central encontrando a un compañero en base. Ese batazo apuntó finalmente ese 6-5 con el que terminó el partido.
Sin embargo, no todo es mérito de la ofensiva de Japac. Los Rangers tuvieron muchas oportunidades que no pudieron o no quisieron concretar, por lo que se cumplió aquello de que el que perdona pierde. En eso va implícito también las decisiones técnicas y los movimientos que deben realizarse de manera oportuna y con precisión.
Por ejemplo, en la primera entrada no fueron capaces de aprovechar par de bases y el descontrol de su estelar José Angel Uzeta; la misma historia se repitió en la segunda, mientras que en el tercer inning la solitaria anotación que consiguieron lo cortaron ellos mismos cuando había para un rallie, antes de sorprender con cuatro carreras en la quinta.
El 5-0 fue producto de una jugada circunstancial. Pero tuvieron para matar al dejar las bases llenas. Esa fue la última gran oportunidad que se les presentó, porque los relevistas apretaron las tuercas y el resto ya lo saben.