Culiacán, Sinaloa, 29 de junio 2020. De entrada, aclarar que no es un lastre exclusivo de nuestro país, sino mundial. Por un lado, los abusos policíacos que no pocas veces rayan en la brutalidad y es inconcuso que los excesos y la violación de garantías son una constante prácticamente en todas partes.
Se conjugan para ello varios factores, que van desde la impunidad rampante de agentes y corporaciones, partiendo de las desviaciones sicosociales que nutre un poder delegado sin control, de la mano de la corrupción (que, como se ve, no se destierra con simples palabras y buenos deseos).
No es posible ocultarlo y dar cuenta de su evidencia no es asunto de simpatías o antipatías, sino de realidades. Aparte de lo anterior, la gran mayoría de los gendarmes, en todas partes, están impreparados, muchos carecen de criterio, son prepotentes e ignorantes de su función social; se piensan para reprimir y castigar, no para servir, en sentido estricto.
Bien lo sabemos en México, en Sinaloa, en Culiacán y etcétera.
EN LA OTRA ESQUINA
Enfrente (sobre todo de la ciudadanía que no haya para donde voltear) está la delincuencia, organizada o desorganizada, pero principalmente la primera, que parece no conocer límites y actúa con alarmante prepotencia sin que autoridad alguna logre frenarla, sea porque los gobiernos no pueden, no quieren o ambas.
Lo que ha venido sucediendo en los últimos días ilustra una realidad que, por sí misma, debería motivar a las autoridades a revisar sus estrategias, pero sobre todo a implementar con energía medidas consecuentes (no simple palabrería) tanto en el corto, como mediano y largo plazo.
AMLO asegura que con el combate a la pobreza (lo que desde luego es rescatable en todo sentido) y a la corrupción, de arriba hacia abajo (pero que está en todas partes), más las acciones educativas y la economía al servicio del pueblo, se pondrá remedio a la inseguridad rampante, frenando las ambiciones que solo se satisfacen, por ahora, ingresando a las redes criminales.
Hay razón en ello pero no hay duda de que, a como se han puesto las cosas en el país, es indispensable acompañar esas acciones de largo plazo con medidas efectivas y realistas, revisando la estrategia de seguridad e incluso la eficacia de quienes la tienen su cargo.
Muchas de las expectativas que, en materia de seguridad, se fincaron con el nuevo gobierno están cayendo, con razón irrebatible. Deben verlo y corregir. Esperemos.
LA CARTA DE SEPÚLVEDA
Claras y precisas las consideraciones del embajador emérito, Bernardo Sepúlveda, en su misiva al canciller Marcelo Ebrard, sobre la anunciada visita de AMLO a Trump.
“Me permito transmitir a usted las razones por las cuales considero que la visita del Presidente López Obrador a Washington, para entrevistarse con el Presidente Trump, es altamente inconveniente para el interés nacional”, inicia, y agrega de entrada: “No existe, a mi juicio, un fundamento político que explique una visita de esta naturaleza”.
“Tampoco existe un motivo que justifique la oportunidad de la visita, en momentos en que se lleva a cabo un proceso electoral en Estados Unidos y en donde la asistencia del Presidente López Obrador a una ceremonia irrelevante se habrá de interpretar como un apoyo a la reelección del Presidente Trump. Los efectos políticos negativos que se producirán en México y en Estados Unidos, de realizarse esa visita, habrán de ser perdurables”, advierte Sepúlveda.
En el párrafo final lo deja del todo claro: “esa visita afectará negativamente al interés nacional, produciendo un efecto de desagrado y repudio entre los mexicanos, de una profunda decepción al quedar vulnerados los principios que pertenecen a una tradicional política exterior, en donde la respetabilidad de la nación mexicana es un valor supremo e indeclinable, valor que ahora es imperativo mantener inmaculado”.
Todavía es tiempo de corregir. ¿Escucharán las razones?
EN EL TINTERO
-Imparable la violencia en todo el país; Sinaloa y particularmente Culiacán, con autoridades prácticamente ausentes. A ver hasta cuándo.
-Los Rolling Stones le están exigiendo a Donald Trump que deje de usar sus canciones, sin permiso, en sus actos de campaña y ya enviaron notificaciones legales. Bien por los rockeros (pero hay otros coros).