En nuestra tierra donde a veces parece que solo florecen las noticias trágicas, un sencillo gesto es capaz de recordarnos quiénes somos.
Sin reflectores ni discursos, Iván Gómez, chofer de camión urbano en Mazatlán, decidió este 10 de mayo homenajear a las madres con un gesto sencillo pero poderoso: regalarles una rosa roja al subir al autobús.
Así, sin más. Con una flor en la mano y una acción que vale más que mil palabras.
Y ahí está el detalle que conmueve: en un estado que todos los días carga con el peso de la inseguridad, todavía hay espacio para el respeto y la gratitud.
Ese chofer nos recordó algo que a veces se nos olvida entre tanto ruido: que los buenos seguimos siendo más y que esta tierra tiene un gran corazón.
El estado de Sinaloa no se define únicamente por la violencia; también está conformado por el trabajo cotidiano de miles de personas que aportan al desarrollo de su comunidad.
Es el comerciante que aún ofrece crédito, la vecina que apoya en el cuidado de los niños, el chofer que tiene gestos amables sin buscar reconocimiento. Personas comunes que sostienen la vida cotidiana con solidaridad y sencillez.
Y no se trata de cerrar los ojos a la realidad. Se trata de no dejar que esa dura realidad nos robe la esperanza. Porque si dejamos de ver lo bueno, nos volvemos parte del problema.
El pasado 10 de mayo fue una flor. Hoy puede ser un “gracias”, un “aquí estoy”, un “cuídate mucho”. Los valores no son discursos; los valores se practican.
Y cuando alguien hace algo así, tan sencillo pero tan profundo, vale la pena compartirlo.