En los próximos días el estadio “Sonora” en Hermosillo será rebautizado. El Gobierno de ese estado ha decidido homenajear a Fernando “Toro” Valenzuela perpetuando su nombre en dicho inmueble, casa de los Naranjeros en la Liga Mexicana del Pacífico y escenario de diversos eventos, no solamente de carácter deportivos.
¿Recibe Valenzuela justicia con esa deferencia, ante los grandes logros que cinceló en su brillante carrera? ¡Desde luego que sí! Ningún otro pelotero mexicano consiguió triunfar de la forma como lo hizo el pitcher zurdo en su paso por los Dodgers y otras organizaciones, pero más con el club californiano en la década de los 80´s.
Pero, ¿por qué el nombre de Fernando y no el de Héctor Espino? El Gobierno hizo el anuncio de que debían bautizarlo honrando a un beisbolista nacido en Sonora. Y en ese renglón Valenzuela llevaba demasiada ventaja sobre otros grandes peloteros que enterraron su ombligo en el vecino estado del norte. Esa fue la razón y no existe reversa alguna.
Sin embargo, muchos se preguntaron el por qué no trasladaron el nombre de el “Supermán de Chihuahua” al estadio “Sonora” y resarcir el daño provocado a la memoria del gran Héctor, cuando el original inmueble “Héctor Espino” lo entregaron para la práctica del futbol con un equipo de tercera división.
¿Ilógico verdad?
Espino ha sido el jugador más grande en la historia de nuestro país. Jugó toda su vida defendiendo los colores de Hermosillo y por esa razón bautizaron el estadio con su nombre, inmueble que con el paso del tiempo se fue deteriorando hasta alcanzar los niveles de incomodidad que orillaron al gobierno a construir una nueva casa para los Naranjeros.
Hubo aficionados que pensaron que mudarían el nombre de Espino al nuevo parque de pelota. Pero eso solo quedó como una idea. El estadio desde su inauguración llevó el nombre del Estado, hasta ahora que las autoridades han determinado darle nombre y apellido.
Si el Gobierno de Sonora tenía toda la intención de glorificar al “Toro” con un parque de esa envergadura, bien se podría haber pensado en edificar uno en Navojoa, su tierra natal, cuyo estadio ha sido, y continúa siendo, uno de los más vetustos, por no decir, que el más “feo” de toda la Liga Mexicana del Pacífico.
Es cierto que Fernando jugó algunas temporadas para Hermosillo, pero la exestrella de los Dodgers nació y creció jugando en el “Ciclón” Echeverría y sus alrededores. Fue allí donde jugó de manera profesional por primera vez en la LMP, y no solo eso, colocó a Navojoa en el mapa, como cuando Julio César Urías hizo lo propio con La Higuerita, Jared Borguetti con Culiacancito y María del Rosario Espinoza con La Brecha.
Bien por Fernando, pero estamos seguros que al “Toro” le hubiese encantado mejor ser perpetuado en suelo Mayo. ¿No lo creen así?
Por un lado, se hace justicia a una gloria del deporte, porque hoy en día es más rentable para los clubes el nombre de una firma comercial que la grandeza de un pelotero.
