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EL CLÁSICO SE LE NIEGA A GIL

Benjamín Gil ha sido un estratega exitoso en su incipiente carrera en la Liga Mexicana del Pacífico, ganando las cuatro finales que ha disputado. Sus resultados...

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Benjamín Gil ha sido un estratega exitoso en su incipiente carrera en la Liga Mexicana del Pacífico, ganando las cuatro finales que ha disputado. Sus resultados lo distinguen como un manager talentoso, polémico, motivador, atrevido y hasta con suerte.

Pero donde el terreno le resulta escabroso es en las Series del Caribe. Por cuarta ocasión ha fallado en su intento de agregar una tercera estrella a los Tomateros como organización en esa competencia. Por tercer año no pudo dar ese paso tan importante de llegar a la final y ganarla. Como que la magia no le alcanza para tanto después de aquel debut (2015) que perdió la batalla por el título contra la representación de Cuba (Piñar del Río).

El clásico latinoamericano parece no haber nacido para él en lo técnico, porque como jugador alcanzó ese objetivo en dos ocasiones.

Con la clase de equipo que se armó para el evento de Mazatlán, fui uno de los que apostaba a que México se alzaba con el trofeo de campeón. No veía fisuras en sus departamentos, y aunque el conjunto rozaba la categoría de “Dream Team”, su fortaleza y profundidad en todos sus departamentos me hizo pensar que tenía las herramientas para triunfar.

Los resultados fueron distintos a los que imaginé. Se ganó con suma tranquilidad a Colombia, se sufrió para derrotar a Panamá y se alcanzó con mucho dramatismo el boleto a semifinales superando a Venezuela, cuya novena parecía tener las armas suficientes para haber hecho un papel diferente al que escribió en este clásico.

La ofensiva, esa que nos hizo soñar en cosas más interesantes, no carburó. En el renglón de refuerzos, el campeón bateador Isaac Paredes, llegó al clásico sin pólvora. La había gastado toda en el calendario regular y la postemporada. Falló en los momentos clave y dejó bastante gente en base. No justificó su convocatoria.

Víctor Mendoza tampoco pudo imprimirle ese sello que lo distinguió en la campaña. Su bat no solamente fue silenciado, sino que tampoco tenía un lugar asegurado para jugar todos los días. Las incorporaciones de José Cardona y Juan Carlos Gamboa fueron más enfocadas a labores defensivas, aunque el segundo fue pieza clave para ganarle a Venezuela con aquel hit de la última entrada.

Héctor Velázquez tuvo una sola aparición con calificación regular en aquel partido que abrió contra la poderosa República Dominicana, lo mismo que Édgar González.

Pero tampoco hay mucho que destacar de los genuinos campeones. Sebastián Elizalde bajó en su producción, Joey Meneses mantuvo una regularidad, mientras que Lupe Chávez y Ramiro Peña en poco pudieron contribuir.

¿Fue entonces un fracaso? No lo llamaría así, porque con todo y que se armaron bien, se toparon con equipos cuya tradición e historia les exige rendir siempre buenas cuentas como Dominicana y Puerto Rico, que esta vez llevaron como estandartes de lujo a Robinson Canó y Yadier Molina, dos monstruos de las Grandes Ligas.

Ya le hacía falta a un clásico caribeño disputado en México, figuras de ese nivel, peloteros que por sí solos llamarán la atención e incitarán a estar presentes en las gradas, porque en los últimos años las estrellas se perdían entre las nubes y la oscuridad.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Rosario Montes Castro

Rosario Montes Castro

Reportero

Rosario Montes Castro

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