Terminó el torneo Clausura 2024 con el América llevándose (doble) el campeonato, tras una victoria (polémica) sobre el Cruz Azul en el choque de vuelta de una final insípida, gris y ratonera, muy al estilo de nuestro futbol mexicano, que continúa hundiéndose cada vez más en la mediocridad.
La manzana de la discordia se patentó en una sola jugada: el penalti marcado por el silbante Marco Antonio Ortiz, que levantó más polvareda que una carrera de caballos en un llano, y que inundó las redes sociales con comentarios, algunos a favor y otros en contra, tanto del silbante como de las Águilas.
Que si fue penal o no, muchos tienen diferentes opiniones y criterios. El mío es que nunca existió la falta que llevara al árbitro a respetar su decisión con todo y que lo consultó en el VAR. Pero voy a esto: el arbitraje sigue estando más peor que nunca en la Liga. Y aún más. parece no tener mejoría conforme avanza el tiempo.
Mientras tanto, este equipo sigue siendo el Ame de las tempestades.
La duda queda todavía más en el aire cuando escuchas a los expertos decir: unos que SI, y otros que NO. Lo podemos ver en esas redes sociales como la guerra mediática en apoyo a uno u otro equipo, desnudan el completo desconocimiento total de las reglas.
Que los árbitros están para ayudar al América, es un estigma que el equipo no podrá sacudirse nunca, porque precisamente los criterios son diferentes. Si el equipo gana bien, le encuentran o le inventan peros, y si ganan con una carga de dudas, con mayor razón.
¿En realidad el VAR se implementó para hacer justicia? Creo que antes de dejar esa decisión a un servicio de revisión, lo primero que se debió haber hecho era unificar criterios para que el resultado fuera, además de unánime, apegado a la verdadera y justa razón. El VAR y quienes lo dirigen parecen no estar capacitados para esa tarea.
Por eso en algunas Ligas de Europa ya están considerando regresar al estilo tradicional, porque el VAR no ha sido tan justo y tampoco la solución, solo una carga que conlleva a la sospecha de corrupción y sobornos, dos puntos negativos de los que no está exento el balompié mexicano, como en otros países del mundo.
Cruz Azul pudo haber sido víctima del arbitraje, pero hay que reconocer que también de sus propios errores y poca productividad. Tuvo 180 minutos para borrar esa paternidad y evitar un bicampeonato, pero no tuvo la contundencia necesaria para definir la final.
