La cancelación improvisada de un combate entre Omar Chávez y el medallista olímpico Misael Rodríguez el sábado en Pachuca, a consecuencia de la diferencia entre el tonelaje de uno y otro, detonó en ataques y acusaciones desmedidos en las redes sociales. Los dos pugilistas defendieron su postura y causa, y señalaron tener la razón en sus apreciaciones.
Rodríguez de última hora optó por no subir al cuadrilátero, argumentando que el exceso de peso del hijo de la leyenda era la causa de su negativa, mientras que el “Bussinesman” arguyó haber cumplido con el proceso que dictan las reglas de todos conocidos previo a un combate, que es subir a la romana para cumplir con los kilos pactados.
Hace muchos años se anuló pesar a los contendientes el mismo día de la función, porque resultaba hasta inhumano no darles esa oportunidad de recuperación y rehidratarse ante el enorme sacrificio realizado para cumplir con el peso exigido. Por eso surgió, a conveniencia del espectáculo y de los pugilistas mismos, que la cita con la báscula se hiciera más de 30 horas antes del enfrentamiento.
Sin embargo, ese cambio abrió las puertas para manejarlo al antojo y conveniencia de unos, específicamente en la figura del “Canelo” Alvarez quien impone sus reglas a los oponentes prohibiéndoles una rehidratación normal o no hay pelea.
Lo que sucedió en Pachuca es parte de esas reglas que benefician a unos. Pero en realidad nada de eso hubiese sucedido si en el contrato se hubiera considerado una cláusula de cierto límite en la rehidratación.
La pelea que no vimos arriba del cuadrilátero se dio abajo del mismo, pero no con guantes sino con palabras y acusaciones.
Missael se apega a la legitimidad de prevenir algún incidente de daños irreversibles a su persona, en tanto que Omar defiende su causa de haber cumplido con el peso y no excederse lo suficiente como para que la pelea se cancelara. Chávez hizo valer el derecho que le da una cláusula no existente en el contrato de llegar al combate con los kilos extras que recuperó en la hidratación.
Lo que nos extraña, es que Rodríguez asegura que siempre ha respetado a los adversarios registrando el peso acordado, cuando en las mismas redes sacaron a relucir un duelo en el que superaba por más de 10 libras al oponente. Allí no le importó que la integridad física del rival estuviese en riesgo.
Omar hizo un gran trabajo de preparación, tal vez por primera vez en su carrera. Así lo delataba su físico. Era la oportunidad que Chávez tenía para dar un batacazo y recuperar la confianza y sus alicaídos bonos, pero el problema suscitado con esa negativa de Missael sus planes se vinieron abajo, al menos por el momento.