El periodismo vuelve a convulsionarse, ahora con el artero asesinato de nuestro amigo y ex compañero en El Debate, Luis Enrique Ramírez. Mentes enfermas, esas que nacieron para provocar más daño y dolor, le arrebataron la vida durante la mañana del miércoles. Mis condolencias para su familia y lo recordaré como un gran ser humano y todo un profesional de la comunicación. Descansa en paz.
Mañana se enfrentan Saúl Alvarez y Dmitry Bivol en Las Vegas. El mexicano aparece como gran favorito y usted sabe las razones. El “Canelo” sigue siendo una industria de generar jugosas ganancias para promotores, televisoras y las casas de apuestas, puntos que resultan más primordiales que el mismo espectáculo que debería provocar, como antaño, las verdaderas contiendas sobre el cuadrilátero.
Usted seguramente será uno de tantos aficionados que no cree todavía en la honestidad de los combates del jalisciense, pero casi es un hecho que, como miles, estará sentado frente al televisor en espera de una derrota, como cuando uno de niño sentía que en cualquier momento el coyote se comería al correcaminos, o que Solín vengaría la muerte de Kalimán, cuya historieta terminó haciendo honor al lema de “el hombre invencible”.
En cada pelea del “Canelo” surge la polémica y esta no será la excepción. Saúl y su gente han sabido manejar su carrera, sin importar que el boxeo pierda credibilidad en sus combates.
Muchas veces he escuchado a aficionados despotricar por los resultados y casi jurar que jamás volverían a pararse frente al televisor para ver una pelea más. Pero más rápido cae un hablador que un cojo. En realidad, esos que juran y retejuran que no aceptan pan de lo mismo, allí estarán esperando ese resultado adverso que les permita volver a creer que el boxeo no está contaminado.
Pero, ¿en realidad el boxeo necesita de un revés de Alvarez para creer nuevamente en él? ¿Será que estamos viviendo en la época de un boxeador fuera de serie?.
Saúl tiene seguidores y detractores. Dicen por allí que no hay peor enemigo para un mexicano que otro mexicano. Sin embargo, yo me atrevo a señalar, como cientos o miles más, que mientras Alvarez no sea capaz de derrotar a alguien sin que el resultado sea salpicado por las dudas de que haya sido limpio y no arreglado, su carrera podría terminar con más dudas que reconocimientos.
Para septiembre, si otra cosa no sucede, estará enfrentándose a Gennady Golovkin según los planes de su empresa y equipo. Es una tercera pelea que el público quiso ver meses atrás y no con menos hojas en el calendario del ruso. Allí estriba otro punto; que cuando ha enfrentado a veteranos, los cuestionamientos giran en torno a la veteranía del rival.
Todavía seguimos esperando la pelea que borre todas esas manchas. La pregunta es, ¿llegará algún día y contra quién?
Mientras tanto sigamos sumergidos en las polémicas decisiones y desenlaces.
