Los estragos de la pandemia todavía continúan golpeando a la Liga Mexicana de Beisbol aún y cuando el virus parece erradicarse paulatinamente. A más de dos años de su aparición en todo el planeta sus efectos no dan esa libertad de volver a la normalidad con todo y los protocolos que las organizaciones siguen aplicando.
En el viejo circuito en nuestro país se estará cantando el playbol este jueves, con una temporada con más modificaciones que la que los diputados le hacen a la constitución mexicana, que uno no se explica cómo es posible que se siga mutilando la esencia con la que nació la pelota profesional.
Si bien es cierto que surgen cambios sustanciosos como reducir las visitas al pitcher, y los tiempos entre pitcheo y pitcheo que tienen como generosidad disminuir el período de duración, es importante destacar que recortar entradas en un partido es como sentarse a la mesa y no recibir el platillo completo que haya ordenado. Es cierto, cuando se ha jugado un partido a siete entradas ha sido más por necesidad que por otra cosa. Se aplica por los regular en una doble jornada, por un juego que pudo haber sido suspendido por alguna causa y que debe recuperarse.
Pero de eso, a instituir que los martes y miércoles los juegos se realicen a siete episodios no le encuentro una lógica. A nadie nos extrañaría que a corto plazo los partidos terminen por disputarse a siete y no a nueve innings, y no solamente los días arriba señalados. Lo que buscan es no prolongar los tiempos. Con la regla de colocar corredores en base en los extrainnings comenzaron los cambios radicales de este deporte.
Hay quienes aseguran que por esas razones el béisbol no resulta tan comercial y rentable para las televisoras como tampoco para los países sedes de los Juegos Olímpicos. En algunos –sobre todo donde se practica- lo acogen, en otros no. Sin embargo, en Grandes Ligas la televisión ha sido una herramienta importante y de gran alianza en los intereses económicos de las organizaciones.
No veo lejos el día en que muchas de las reglas con que nació este deporte pasen a la historia.
URIAS Y SU ULTIMA SALIDA
Julio César Urías tuvo un cambio radical en su segunda salida con la de su debut esta campaña en las Mayores. El sinaloense derrochó calidad y confianza en su equipo, pero no así para el manager Dave Roberts que sigue acumulando antipatía de toda la comunidad latinoamericana por la forma como ha calificado el trabajo de sus abridores.
En esta incipiente temporada lo hizo ya con Clayton Kershaw al que le impidió consumar una joya de pitcheo en su más reciente aparición, mientras que al culichi lo envió a las regaderas con apenas un hit recibido en cinco episodios y pocos lanzamientos ejecutados. La temporada acaba de arrancar, es cierto, y hay que cuidar los brazos, pero no de esa manera. Para Urías pudo haber sido su primera victoria de haber trabajado todavía la sexta.
Con esa actuación, el ídolo de La Higuerita tiene argumentos para pensar que podría tener otra temporada como la del año pasado. Y de ser así, hay que irnos imaginando cómo aumentará su cuenta bancaria con un nuevo contrato que puede ser por varias temporadas, si no con Dodgers, tal vez con otro club, porque seguro muchos querrán tener su brazo en la rotación de abridores.
