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Cuando no existe la imparcialidad

Está comprobado que para un boxeador(a) tratar de ganar en terreno ajeno es complicado cuando hay muchos intereses de por medio. Melissa Esquivel no hizo la...

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Está comprobado que para un boxeador(a) tratar de ganar en terreno ajeno es complicado cuando hay muchos intereses de por medio. Melissa Esquivel no hizo la pelea perfecta, pero sí lo suficiente para haber bajado del cuadrilátero con el brazo en alto, el cinturón en sus manos y la frente en alto, de su batalla contra la neozelandesa Cherneska Johnson el pasado miércoles en Melbourne, Australia.

Nosotros sabíamos, de antemano, que la tarea era difícil y no porque la rival era lo suficientemente invencible. Las dudas se agudizaron desde el momento mismo en que se registró un cambio abrupto de jueces sin que recibiéramos notificación previa al respecto. Los tres hombres que impartirían justicia, el referee y el supervisor designados por la Federación Internacional de Boxeo eran precisamente locales.

Cinco semanas antes del pleito, la misma Federación Internacional de Boxeo me hizo llegar el documento de que las cinco personas elegidas para sancionar el combate eran Ben Kelly (supervisor, de Australia), Ignatius Missailidis (referee, de Australia), Carl Zappia (juez, de Australia), Ian Scott (juez de Nueva Zelanda) y Alejandro López Cid (juez, de México). De cualquier manera en esa lista había poca imparcialidad, pues la Cherneska es compatriota de Scott, amén de que radica en Melbourne.

Los cambios que se hicieron fue borrar a Scott y López para sustituirlos por otro par de australianos; Adam Heigh y Tony Maretta. Allí no existió la imparcialidad.

Es cierto, no es excusa. Porque nada de lo que temíamos hubiese pasado si Melissa habría noqueado. Pero con Johnson como la joya de la corona en esa empresa, era lógico pensar que la nueva campeona mundial supergallo tenía garantizada una manita de gato en las tarjetas.

Todos los managers lo dicen; las comisiones de boxeo se inclinan, quieran o no, para favorecer de alguna manera al local. Y aquí no fue la excepción.

Melissa, en opinión muy particular y fuera de apasionamientos, hizo lo suficiente para adjudicarse la victoria y el título. Lo digo con certeza o será que realmente me hace falta ver más BAX. La pelea no resultó del todo limpia porque, si usted la vio, hubo demasiados amarres. Esquivel cayó en ese juego y por allí se abrió el camino que le cambió la ruta de sus sueños.

Las huellas de la batalla fueron otra prueba más que fehaciente. Mientras que Melissa bajó del cuadrilátero como para acudir a una fiesta de gala, el rostro y sobre todo los pómulos de Cherneska acusaban los estragos que le produjeron el poder de puños de la mexicana.

Ya vendrá otra oportunidad como para hacer válido aquello de que la tercera es la vencida. Y podría ser de nuevo contra Johnson, porque Ben Kelly, responsable de las clasificaciones femeniles de la FIB nos comentó después del combate que le había gustado cómo peleaba la nativa de Eldorado. Por lo pronto le garantizó que la mantendría como número uno de su división.

OPORTUNIDADES. A propósito, antes de cumplir con ese compromiso Melissa recibió dos oportunidades de disputar un título mundial a diez días de su cita en Australia. Pero se rechazaron porque ya estaba firmada esa batalla desde tres meses atrás.

La empresa Zanfer nos contactó primero para ver la posibilidad de que Esquivel fuera en calidad de retadora contra Yamileth Mercado en su natal Chihuahua, ya que su rival se había lesionado. Y seis días antes de que partiéramos a Melbourne, llegó un telefonazo de Los Ángeles, Mikaela Mayer.

Y pensar que antes de perder con Erika Cruz (campeona mundial pluma de la AMB) en noviembre, en Puerto Vallarta, nadie volteaba a ver a Melissa.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Luis Alfonso Félix

Luis Alfonso Félix

Columnista

Luis Alfonso Félix

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