Ahora que ha quedado confirmada y oficializada la pelea entre Saúl Álvarez y Jaime Munguía para el 4 de mayo, me pregunto si el “Canelo” nunca se acordó, antes de firmar el contrato, que en una ocasión dijo, juró y se comprometió a que jamás de los jamases se enfrentaría a un boxeador de su misma nacionalidad como campeón mundial.
Se olvidó, antes de hacer ese señalamiento, que había peleado y vencido a Julio César Chávez Jr., en una de sus tantas batallas condicionadas a ciertas cosas que le favorezcan para ganar y seguir intentando obtener el reconocimiento ya no del mejor boxeador mexicano, sino del ídolo que nuestro país no tiene desde que Chávez padre decidió retirarse.
Saúl siempre ha elegido a sus rivales y no le interesa que los organismos le asignen uno. Eso no es negocio para él. Lo hemos visto varias veces y la última fue hace poco, cuando el Consejo Mundial de Boxeo “le ordenó” defender sus cuatro cinturones con el mexico-americano David Benavidez.
Tuvo más poder la decisión del tapatío que el ordenamiento del CMB, al que muchos consideran lo ha tenido a sus pies desde que llegó a la cima. El Consejo se sujetó a la voluntad de Álvarez y le ha permitido eludir a Benavidez, como lo hizo con muchos más, para enfrentar a Munguía a quien considero no está listo para un choque contra el jalisciense.
Tal vez sea la bolsa, o la gran oportunidad que representa medirse al boxeador con quien todo mundo desea subir al cuadrilátero, lo que haya animado a Jaime y sus representantes a aceptar este ofrecimiento del “Canelo”, quien como todos sabemos, no pelea con nadie a menos de no llevar ciertas ventajas.
¿Qué se espera realmente de ese choque?
Lo cierto es que Munguía tendrá la oportunidad de su vida, que tal vez en el resto de su carrera como boxeador no se le vuelva a presentar, y por esa razón vale la pena correr el riesgo. Jaime es más joven, cierto; más rápido, cierto; con buena pegada, cierto; pero en este momento, al menos para un servidor, con pocas posibilidades de ganar, si es que aceptó las condiciones que suele exigir Saúl a todos sus oponentes, que van desde no hidratarse después del pesaje, como tampoco subir más de dos o tres libras, algo que solamente él puede hacer y “debe” hacer, bajo la complicidad de los organismos para los cuales es campeón.
Puede ser esta la pelea que más llame la atención del aficionado, después de sus choques con Gennady Golovkin, pero esos fanáticos no quitan el dedo del renglón exigiéndole a Saúl que, si quiere ganarse el respeto del público, debe enfrentar a los mejores. Y en ese renglón, con todo respeto, no está en este momento Munguía como el rival inmediato, sino Benavidez, a quien el CMB le dio un premio de “consolación” nombrándolo retador oficial a la corona de las 175 libras.
¿Veremos más de lo mismo el 4 de mayo?
