Al momento

Sinaloa

Breve carta al niño que yo fui

No sé con qué palabras iniciar esta breve confesión o diálogo con él yo mismo que dejé de ser hace ya mucho tiempo. Hay tanto por...

Victor Victoria
| Victor Victoria, columnista Línea Directa

No sé con qué palabras iniciar esta breve confesión o diálogo con él yo mismo que dejé de ser hace ya mucho tiempo.

Hay tanto por decirte y al mismo tiempo escribirte y decirte tantas cosas que tal vez no escuchaste cuando más las necesitabas, porque en ese momento lo único que apremiaba era jugar y mirar si la bici tenía aire en sus llantas. Sé que a veces el mundo te pareció grande, confuso o incluso lleno de temores y aspiraciones que la mayoría no te pertenecían pero que cargaste como propias porque en ese momento cuestionarlas eran como un pecado contra uno mismo; pero mira pequeño muchacho de los ojos tristes, lograste convertirte en un adulto que paga sus impuestos, que se preocupa por la renta, que se levanta a las 5am preparándose para su jornada laboral y que espera con cierta ansiedad que lleguen los viernes para convertirte en el señor que te daba miedo porque olía a cierta bebida fermentada y decía cosas chistosas; hoy los fines de semana son un chiste mal contado y la vida adulta una broma mortal.

No sé cómo se le hace para pedir perdón por las veces que te ignoré, por callar tu curiosidad o por exigirte ser “perfecto” de acuerdo a la moral de la gente adulta. Perdón por sentirme poderoso cuando me iba haciendo “grande”; hoy me doy cuenta que eso era el revés de una moneda falsa y que ese deseo de crecer era poner en un coma irreversible y con secuelas al niño de la risa frustrada y de los ojos tristes. Ahora, desde mis 51 años, sé que tu risa espontánea, tus preguntas sin filtro y tu capacidad de asombro eran dones, no debilidades.

Por eso hoy 30 de abril quiero que mutuamente nos prometamos algo (muy a pesar de lo que algunos adultos han de leer esto como una cursilería simplona y banal):

Jugar no será perder el tiempo, será alimentar el alma, así como son las carnes asadas para los adultos; que sentir miedo no nos hace débiles, sino que es síntoma de ser demasiados humanos y que está bien pedir ayuda; que merecemos descanso, que descansar no necesariamente es “no hacer nada”, sino que es volver a jugar con la misma seriedad que cuando éramos infantes sin culpas y sin miedos.

Y ahora vamos por un helado y columpiarnos comprometidamente en un parque ante los ojos de los adultos que ya no encuentran magia en el mundo.

Atentamente:

El adulto que te extraña

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Víctor Victoria

Víctor Victoria

Columnista

Víctor Victoria

Ver más

Al momento

Suscríbete a nuestro boletín

Para tener la información al momento, suscríbete a nuestro boletín en el tendrás las últimas noticias de Sinaloa, México y el mundo.