México. En muchas regiones de México, especialmente lejos de las costas, persiste una tradición que sugiere evitar el consumo de mariscos durante ciertos meses del año. Esta práctica se basa en una creencia popular conocida como la “regla de la R”, vigente desde hace más de cuatro décadas.
Según esta regla, los mariscos —como camarones, pescado y otros productos del mar— deben consumirse únicamente en los meses cuyo nombre contiene la letra “R”, es decir: enero, febrero, marzo, abril, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. En consecuencia, se desaconseja su ingesta en mayo, junio, julio y agosto.
Aunque no existe evidencia científica que respalde esta norma, algunos expertos consideran que su origen podría estar vinculado con fenómenos naturales como la marea roja, una proliferación de algas tóxicas que puede contaminar a los animales marinos y representar un riesgo para la salud si se consumen. Este tipo de eventos tiende a presentarse con mayor frecuencia en temporadas cálidas.
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Además, la regla coincide parcialmente con los periodos de veda establecidos por la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca). Estas vedas —permanentes, temporales fijas o de temporada variable— tienen como finalidad proteger la reproducción de diversas especies marinas, regulando su captura en determinadas épocas del año.
En las zonas costeras, donde los productos del mar suelen ser más frescos y se cuenta con mejor control sanitario, el consumo de mariscos se mantiene de forma continua. Sin embargo, en lugares alejados del mar, la recomendación de moderar su consumo durante ciertos meses puede tener fundamentos prácticos relacionados con la calidad y la seguridad alimentaria.
Así, aunque la “regla de la R” no tiene base científica firme, su persistencia refleja una mezcla de sabiduría popular, precaución sanitaria y protección ambiental que aún influye en los hábitos alimenticios de muchos mexicanos.