México. A sus más de 90 años de edad, Ernesto Fonseca Carrillo, mejor conocido como “Don Neto”, ha salido en libertad tras cumplir su condena en México. Su nombre resuena en la historia oscura del narcotráfico como uno de los tres fundadores del temido Cártel de Guadalajara, responsable, entre otros crímenes, del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, en 1985.
Aunque ha dejado la prisión mexicana, Fonseca Carrillo aún enfrenta cargos graves en Estados Unidos. Una corte federal en Los Ángeles lo señala por conspiración, crimen organizado y por la muerte del agente estadounidense, en un caso que marcó un antes y un después en la relación entre Washington y el crimen organizado mexicano.
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La historia de “Don Neto” no se entiende sin sus socios: Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo. Juntos, fundaron a finales de los años 70 el Cártel de Guadalajara, una organización pionera en el tráfico de drogas a gran escala hacia Estados Unidos. Primero mariguana, luego cocaína. Todo, con la aparente protección de altos funcionarios y autoridades que, según reportes estadounidenses, recibían sobornos a cambio de impunidad.
Para mediados de los años 80, la presión de la DEA comenzó a hacer mella. Aseguramientos masivos de drogas en Zacatecas y Chihuahua encendieron las alarmas dentro del cártel. El golpe más duro: la destrucción de más de seis mil toneladas de mariguana en el rancho El Búfalo, en noviembre de 1984.
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Fue entonces cuando el nombre de Kiki Camarena se convirtió en objetivo. Según las investigaciones, Caro Quintero ordenó su secuestro al salir del consulado estadounidense en Guadalajara. Camarena fue torturado durante días en una propiedad privada. Don Neto estuvo presente. Su cuerpo, junto al del piloto Alfredo Zavala, apareció días después con huellas de tortura que estremecieron a ambos países.
Hoy, mientras Caro Quintero enfrenta un juicio en Nueva York con la posibilidad de pena de muerte y Félix Gallardo permanece en prisión en Puente Grande, “Don Neto” camina libre en México. Pero su historia está lejos de cerrarse, las autoridades estadounidenses aún lo buscan por uno de los crímenes más simbólicos en la historia de la lucha antidrogas.