Atlantic City, Nueva Jersey.- El pastor de origen mexicano, Antonio López es
hoy la imagen de un superviviente y de un hombre crecido ante la
adversidad. Encasquetado con su gorra y tiritando de frío, este
religioso es la mejor metáfora de una ciudad que sobrevivió al paso de
la tormenta Sandy, en estas costas que parecen escenario de un bombardeo.
?De milagro nos salvamos. Por lo visto, no era nuestra hora?, asegura con un ademán providencial mientras prosigue con su labor de desagüe en los bajos de su templo. ?Tengo que salvar a mi iglesia y velar por mis feligreses?.
?La noche del pasado domingo mis vecinos y feligreses fueron
evacuados. Y yo con ellos. Muchas familias tuvieron que abandonar sus
casas y refugiarse en albergues, en hoteles o con amigos?, agrega el religioso originario de Cosamaloapan, Veracruz. ?Hoy,
son miles los que no pueden regresar. La Guardia Nacional bloquea los
principales accesos a la ciudad. Los trabajos de limpieza y desazolve no
han terminado y nadie sabe cuándo terminarán?.
A sólo unos metros del templo del pastor López se divisa una embarcación
que fue expulsada por las aguas embravecidas. Más allá, un enorme tramo
de muelle hecho trizas se cruza en una de las calles vecinas. En el
cielo, una gavilla de cuervos revolotea, desafiando las heladas rachas
de viento, merodeando sobre los restos y la miseria de cientos de miles
de damnificados que no pueden retornar a sus hogares.
?No nos quieren decir cuándo podremos regresar?, lamenta Noé Peña,
un inmigrante de origen guatemalteco que monta guardia sobre una de las
principales rutas de acceso a la ciudad. A su lado, su esposa Ana,
originaria de Puebla, y su pequeña hija. Los tres han tenido que buscar
refugio temporal en un hotel de las inmediaciones, a la espera de que la
Guardia Nacional y la policía estatal, les den permiso de retornar. ?Nos
dieron la orden de desalojo desde el viernes pasado. El domingo nos
dijeron que teníamos que dejar la ciudad de forma obligatoria, que
nuestra vida corría peligro?, asegura Noé, mecánico de profesión y
uno de los miles de latinos que representan más de un 30% de la
población total del país.
?En Atlantic City los latinos somos muchos. Nos dedicamos a los
servicios, a la jardinería, a la hostelería y a labores como la
construcción?, asegura Noé mientras se arrebuja en el interior de su camioneta, para resguardarse del aire helado.
A unos metros de distancia, José Hernández, un inmigrante de Guerrero, se impacienta.
?Yo ya no sé cómo le vamos a hacer. Mi esposa y mi hija estamos en casa
de unos amigos. Pero ahí estamos muchos. Y las autoridades no nos dicen
cuándo podremos regresar. No sabemos cuántos días durará el desalojo?, se lamenta mientras piensa en las horas y en los ingresos perdidos en su oficio como mesero.
Como almas en pena, decenas de miles caracolean por las calles y
avenidas que encorsetan el casco urbano de Atlantic City, una ciudad
salpicada de rascacielos, clubes nocturnos, casinos, bares y
restaurantes.
?Ahí siguen muchos que no quisieron desalojar la tarde del pasado
domingo. Muchos están sin luz, aislados, sin comunicaciones. A la espera
de que las autoridades restablezcan los servicios?, asegura Noé.
?El día de mañana dicen que viene el presidente (Barack) Obama. No sabemos si a la ciudad o a otras zonas que están igual de afectadas?, asegura el pastor López.
Atlantic City es uno de los puntos más castigados por los vientos
huracanados del meteoro. Para llegar a ella, hay que sortear caminos
anegados o bloqueados por árboles.
Como un paciente que sigue bajo cuidados intensivos, Atlantic City es el
punto de atención de cientos de cuadrillas de rescate, como el convoy
de ingenieros y electricistas que ayer mismo llegaron desde Alabama para
ayudar en las labores de reparación.
?No hemos parado en el camino. Hemos viajado día y noche desde Alabama para ayudar a la gente de Nueva Jersey?, asegura Robert Dillon,
un ingeniero corpulento que ayer mismo disponía el despliegue de
decenas de unidades móviles para restablecer la energía eléctrica que
han perdido poco más de 3 millones de personas tan sólo en esta zona.
?Es una carrera contra el tiempo. Pero la gente no puede permanecer
demasiado tiempo fuera de sus hogares y las cuadrillas de rescate
necesitan de la electricidad para proseguir las labores de limpieza y
rescate?, remató mientras se perdía entre un escenario de caos y
destrucción para trabajar en la ardua labor de resucitar a la ciudad de
Atlantic City.CHG